“Creo que es la obra literaria más importante del año, el recorrido por la vida insólita de un genio. Una declaración de amor al cine, un ajuste de cuentas contra acusaciones que la ley nunca pudo comprobar. Una delicia absoluta para pasar el tiempo que para mí tiene dos medidas: cada cuatro años, el mundial. Cada año, una película de Woody Allen”, dice el escritor Gastón García Marinozzi.
Ciudad de México, 3 de agosto (MaremotoM).- A propósito de nada, de Woody Allen, traducido al español por Eduardo Hojman, es la autobiografía de Woody Allen en la que se ofrece un repaso completo de su vida, tanto personal como profesional y se describe su labor en películas, teatro, televisión, clubs nocturnos y obra impresa, tanto libros como prensa.
Escrito con una pluma encantadora, teniendo en cuenta que Allen antes de ser cineasta es sin duda un escritor nato, ha despertado algunas polémicas entre los críticos. Algunos la califican de decepcionante y otros hacen el acento en las denuncias que han hecho Mia Farrow y su hijo Ronan.
“Creo que es la obra literaria más importante del año, el recorrido por la vida insólita de un genio. Una declaración de amor al cine, un ajuste de cuentas contra acusaciones que la ley nunca pudo comprobar. Una delicia absoluta para pasar el tiempo que para mí tiene dos medidas: cada cuatro años, el mundial. Cada año, una película de Woody Allen”, dice el escritor Gastón García Marinozzi.

Para los lectores implica un gran desafío, no sólo para leer una obra que tiene unas cuantas páginas (899), sino también para encontrar ese costado tranquilo, donde uno va a leer la vida de un artista, sino también revisar y recordar parte de nuestra vida.
Woody Allen que durante las seis décadas que lleva haciendo cine ha escrito y dirigido cincuenta películas, nos relata sus primeros matrimonios: el más precoz con una novia de su adolescencia y luego con la maravillosamente divertida Louise Lasser, a quien es evidente que todavía adora.

También escribe sobre su romance con Diane Keaton, con quien mantiene una prolongada amistad.
Y explica su relación personal y profesional con Mia Farrow, con quien realizó varias películas ahora clásicas y que terminó con una separación por la que la prensa sensacionalista aún no le ha dado suficientemente las gracias.
Él afirma que fue el primer sorprendido cuando, a sus cincuenta y seis años, inició una relación con Soon-Yi Previn, que entonces tenía veintiuno y que los condujo a un romance estrepitoso y apasionado y a un matrimonio feliz de más de veintidós años.
En un texto a menudo hilarante, haciendo gala de una franqueza sin límites, lleno de creativas intuiciones y de bastante perplejidad, un ícono estadounidense cuenta su historia, aunque nadie se lo haya pedido.
“Es imposible hacerlo mejor que Woody Allen”, ha dicho el crítico de cine más famoso de España, Carlos Boyero y en ese sentido es notable descubrir como desde sus 84 años este escritor y cineasta ve la vida con suficiente tranquilidad, destinado ya a despedirse de ella y haciendo sin duda los balances de cada relación, de cada situación, que lo ha tenido como protagonista.
Woody Allen es considerado un genio. Un genio prolífico, además. Un hombre que ha relatado casi todo el siglo XX con ese humor desconcertante e irónico, con ese andar despreocupado y al mismo tiempo con hipocondría, tratando de encontrar algún sentido a la vida que, sabemos, no lo tiene y nunca lo tendrá.
El libro dedicado a su esposa, Soon-Yi: “Para Soon-Yi, la mejor. La tenía comiendo de mi mano y después me di cuenta que me faltaba el brazo”, dice con su acostumbrada y deliciosa prosa.
El pesimismo, el judaísmo, el ir a Cannes sólo porque le gusta a su mujer, nos metemos en el Universo Allen y leemos que “el primer cadáver que vi fue el de Thelonious Monk” (lo menciona Gastón García Marinozzi) y, además, “No me avergüenza admitirlo, leer no me gustaba. A diferencia de mi hermana, que sí lo disfrutaba, yo era un holgazán que no encontraba nada de divertido en abrir un libro”.