Sergio González Rodríguez

DE LIBRO ALBEDRÍO | Abril ya no tiene el brío de antaño

Tú ya no estás, tu carnalito Vega Gil decidió partir en el mismo mes, dos años y dos días después que tú. Abril ya no me interesa. Quiero que alguien me lo robe.

Ciudad de México, 8 de abril (MaremotoM).-

Para Sergio González Rodríguez

con todos sus apellidos

y con todo mi amor.

Ya pasó el temible 3 de abril y no subí una foto ni escribí comentarios acerca del tercer aniversario luctuoso de Sergio. Me entretuve tanto en la preparación de lo que iba a postear buscando y encontrando fotografías de años de aventuras, complicidad y amistad. También pasó por mi cabeza la pregunta ¿qué habría hecho él en estos días de encierro? ¿En cuántos caracteres con espacios habría destruido los argumentos de AMLO? Olvidé exhibir mi dolor como se debe, en redes sociales. En cambio, envié las fotografías que encontré a los amigos que aparecieron en nuestros distintos escenarios.  Para que recordaran como yo te recuerdo siempre.

Sergio González Rodríguez
¿En cuántos caracteres con espacios habría destruido los argumentos de AMLO?. Foto: FIL en Guadalajara

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Nos veo en el Giardinetto o en alguno de esos otros restaurantes a los que nos llevaba Herralde cuando lo visitábamos en Barcelona. Comíamos y bebíamos como reyes (palabras tuyas), porque no sabías y no querías vivir de otra manera ¡Ah! me detengo en la marea de recuerdos que se agolpan cuando se trata de pensar en ti y nuestra Barcelona, Serge. En la cena que organizó Anagrama después de la presentación de Huesos en el desierto en la Casa de América. Nos fuimos andando con Jorge, Lali, Juan Villoro y Margarita Heredia. Allá llegaron Enrique Vila Matas,  Paula Massot y Roberto Frías. Mi estómago estaba fatal, sentí los arañazos de la gastritis pero trataba de poner buena cara. No me entraba la comida, no hablaba, solo escuchaba el pin pon que iba de Villoro a Herralde, de Herralde a ti, luego tú con Vila Matas, de él a Margarita y luego a Lali, quién junto con Frías, generosamente intentaba hablar conmigo a pesar de mi estado. También en temas de salud eras mi salvación, pero hay qué ver la clase de médico que eras y lo que recetabas. Tómate un vodka con jugo de limón y agua natural, indicaste. Después de tu brebaje, que no era otra cosa sino un Vodka Ricky pero con agua natural, pude comer todas las tapas que sirvieron el resto de la noche, jamones belloteros, chipirones, sobrasada y pimientos rellenos, no recuerdo qué más. Con semejante elenco, la charla dio para llegar a altas horas sin que dejara de fluir la conversación, Bolaño incluido (fue el viaje en que ambos lo conocimos personalmente) y el trasiego de botellas de tinto y otras bebidas espirituosas hasta que nos echaron del restaurante. Las parejas se despidieron y los tres solteros nos fuimos a buscar otro lugar para seguir bebiendo. Tú le dijiste a Frías que querías probar el absenta porque nos contó que por esos días (noviembre de 2002) todos en Barcelona estaban locos por esa bebida, pero en realidad no era tan fácil conseguirlo. Después de mucho caminar, llegamos a un billar con bar en el Raval. Ni siquiera tenía un letrero, el encargado cobraba, asignaba las mesas de billar y servía los tragos. Confiamos plenamente en lo que nos sirvió. Yo nunca lo había probado, lo fui bebiendo a traguitos cortos, espaciados, estaba amargo – dulzón.  Al mismo tiempo que daba sorbos, repasaba contigo y con Frías la lista de amistades que teníamos en común. Ninguno de los dos recuerda cómo fue que empezamos a discutir, alguna de esas cosas absurdas que llevábamos a las últimas consecuencias solo por divertirnos frente a un invitado ingenuo. Después de eso me recuerdo corriendo en la calle. A Frías detrás de mi, diciendo que el barrio era peligroso y yo respondiendo que no exagerara, el Raval no era Tepito. A ti, corriendo detrás de nosotros. Black out, si tú te acuerdas qué sucedió en ese ínter, cuéntamelo bonito. Varias horas después, estábamos tú y yo en un café, destruidos, tomando fuerza para seguir la aventura rumbo a Blanes. Y ese sólo fue nuestro primer viaje juntos.

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“Abril es el más cruel…” dice T.S. Eliot en su poema Tierra baldía. Foto: FIL en Guadalajara

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“Abril es el más cruel…” dice T.S. Eliot en su poema Tierra baldía. Lo leo de pasada pero de pronto es 3 de abril y yo no quiero decir nada, me hago la loca hasta el 7 aunque preferiría hacer como si no existiera tal fecha, a ver si desaparece tu ausencia. Seguramente habrías reescrito ese poema como “… abril ya no tiene el brío de antaño” y es verdad. Estamos todos encerrados, hay un virus volando por el mundo y todavía no hay vacuna. Tú ya no estás, tu carnalito Vega Gil decidió partir en el mismo mes, dos años y dos días después que tú. Abril ya no me interesa. Quiero que alguien me lo robe.

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