Ciudad de México, 24 de diciembre (MaremotoM).- Oigan, les voy a contar algo incómodo que me sucedió. La cosa estuvo así, una amiga me invitó a una plática en un centro de coaching. Yo obviamente no quería ir, dado que las plática de autoayuda, religiosas y ‘motivacionales’ no me van. Reconozco que no son para mí en realidad. Así que le dije: ¡No!
Ella insistió.
– Ándale Sebas, acompáñame, no quiero ir sola.
– Sabes que yo no creo en el coaching.
– Solo es una sesión de introducción. Si no te gusta te vas. Solo serán unos minutos.
Ustedes no lo saben, pero yo soy muy buena onda y le dije: ‘Ok, ok, ok, está bien, solo te acompañaré a esa sesión y ya, ¿va?’
Nos encontrábamos en un gran salón a medio llenar. La mayoría era gente joven. Nos hicieron pasar hacia delante para escuchar muy bien al ‘coach de vida’ (así se presentó) y acto seguido empezó a hablar. Para ser sinceros no lo escuché, dado que esas cosas me parecen patrañas, así que mi mente estaba en los pendientes por hacer en el día (el banco lo cierran a las 5, ojalá y este señor se apure. Y tengo que pasar al súper para comprarle comida a la Tiburoncina -es mi gatita-) cuando de repente el coach me señala y dice:
– Usted. Sí, usted, ¿por qué está aquí?
Volteo a los lados y me llevo la mano al pecho.
– ¿Yo?
– Sí, usted.
– ¿Yo? -desenfadado le contesto- Solo vine a acompañar a mi amiga, verá, no quería venir sola. Digamos que soy un apoyo moral para que ella saliera y estuviera sentada hoy aquí.
– ¿Y qué espera de esto?
– Nada, soy el acompañante de ella – Y señalo a amiga.
– Pero después de escucharme ¿qué piensa?
– En realidad no lo escuché, estaba pensando en que mi gatita ya no tiene comida y tendré que comprarla saliendo de aquí.
– Debe usted de tener algún problema.
– Ninguno que me aqueje.
– Entonces mejorar sobre sus defectos.
– No tampoco, mire, ya le dije, vengo con ella, no fue mi idea, ¿por qué no le pregunta a otra persona?
– Le estoy preguntando a usted.
– Le respondí.
Acto seguido habló de la negatividad y ahora si lo escuché cuando dijo:
– Debemos trabajar ‘el positivismo’ (sic), ser positivos, dar una mejor cara a las adversidades, Dios es un gran pilar y una fortaleza. Debemos ser ‘positivistas’ (sic) -voltea conmigo y pregunta- ¿No lo cree usted?
– No sabía que estábamos hablando de filosofía, pero ya que sacó el tema del positivismo imagino que después nos hablará de Auguste Comte o John Stuart Mill, supongo.
– ¿Qué?
– Usted lo dijo, deberíamos trabajar el positivismo, acaba de decirlo. ¿Está usted hablando de la corriente filosófica del positivismo, verdad? ¿O de qué positivismo me habla?
– De ser positivos.
– Eso no es positivismo, creo que debería usted leer más.
Después toma el micrófono y dice:
– No lo escuchen, él es un ser despreciable (así lo dijo), muy negativo, él no sabe nada, los quiere confundir, aquí predicamos con los valores y él (o sea yo) no tiene ninguno. Se está mofando de nosotros y de ustedes.
– Oiga, eso no es cierto. Solo me mofo de usted por qué ni siquiera sabe lo que es el positivismo y lo menciona cada 5 minutos.
Me levanté, le dije a mi amiga:
– Por eso no quería venir a esta plática de charlatanes.
– ¿Qué dice? -mencionó el ‘coach’
– ¿Qué cuánto cuesta el curso?
– Esta plática es gratis. Pero tenemos un curso de fin de semana que te cambiará la vida, inténtelo, ¿porqué no lo intenta? para que vea que somos buenos, le hago un descuento, lo dejamos el curso a mitad de precio, 5 mil pesos por los dos días, y al salir serás una persona nueva.
– Seré una persona con 5 mil pesos menos, no una persona nueva ni mejor. ¿Se imagina toda la comida para mi gata que puedo comprar con 5 mil pesos? En realidad lo que dije fue que eran unos charlatanes.
Y ya estando a la salida, oí que gritó unas palabras que no pondré aquí.
Lo bueno es que era un ‘coach de vida’, imagínense si hubiera sido otra persona menos “positivista”
Ya sigan con sus compras navideñas.