Acaba de sacar Perros sin nombre, de Paraíso Perdido. El libro de cuentos que ganó el Bellas Artes en 2012 y que trata sobre personajes perdedores, derrotados.
Ciudad de México, 25 de agosto (MaremotoM).- “Uno ya no puede salir de su casa sin que Dios lo acabe bendiciendo en contra de su voluntad”, dice uno de los cuentos del escritor Gabriel Rodríguez Liceaga. A veces, hay que decirle, que cuando uno da una propina a un taxista y este manda una bendición, es mejor a que lo secuestre en forma express. Pero no es eso lo que hablamos con este cuentista y novelista, nacido en 1980 y que acaba de sacar Perros sin nombre, de Paraíso Perdido, una editorial que considera muy importante, en la que mucha de la literatura mexicana pasa por esa empresa nacida gracias a Antonio Marts en Guadalajara.
Acaba de hacer un libro de cuento para perdedores, le sonaba mucho el teléfono pero con su voz sinúsitica y amable nos contó que el lunes entregaba su nueva novela a Penguim Random House. No tiene Internet en su casa (“No quiero saber cómo desayuna alguien cuando abro Facebook”, dice) y está muy orgulloso que lo hayan elegido entre los ocho nuevos talentos para la FIL en Guadalajara.
–¿Este, Perros sin nombre, es un libro nuevo?
–En realidad es una reedición. Con ese libro gané el Bellas Artes en 2012. Aparte tengo un libro en Tierra Adentro, que se llama Niños tristes, que ganó el concurso aquí en Ciudad de México y aparte tengo el libro ¡Canta, herida!, también por Paraíso Perdido, que ganó el Agustín Yáñez. Mis libros de cuentos todos han ganado premios

–¿El cuento está teniendo cada vez más lectores?
–Es chistoso. Hay un revival del cuento como género, es una mentira dichas tantas veces que ya todos nos la creemos. Esa mentira es que a las editoriales grandes no les interesa el cuento. Tengo a un amigo, completamente alejado de la literatura, al que le di un libro de cuentos mío. Lo leyó y me pregunta: ¿Quiere decir que esos personajes ya no sabremos nada de ellos? Esta persona no es tonta, pero está completamente alejada de los géneros literarios. Creo que esa persona es un claro ejemplo de cómo ve la gente desde afuera el cuento.
–Nosotros los periodistas siempre preguntamos sobre el tema del género, precisamente pensando en el lector
–No es mi caso. A mí me importa el cuento y me importa el género. Arriba de todo están la música y la poesía, pero debajo está el cuento, es el género máximo de la narrativa. Juan Villoro dice que escribió un solo cuento en toda su vida. Creo que es eso, aspirar a conseguir una estructura cuentística perfecta debería ser como el objetivo del cuentista.
–Estoy leyendo Cuentos de amor y desamor y cada vez que termino un cuento, no puedo seguir leyendo los otros. Quiero parar un poco
–La descripción de cuentos que da Edmundo Valadés es deliciosa. Es muy informal y poco académica, pero a mí me encanta, dice que lo lees de una sentada, pero que recuerdas toda tu vida.

–¿Qué cuentistas te interesan?
–La que me tiene ahora vuelto loco es Flannery O’Connor. En español, naturalmente Inés Arredondo. Tiene ese cuento de “La señal”, que me parece místico. Es algo que sobrepasa la literatura. De mexicanos vivos, Alfonso López Corral me parece un cuentista extraordinario, hay un cuentista en Puebla que se llama Eduardo Sabugal, que me resulta maravilloso. Yo armé una antología de cuentos para Paraíso Perdido que se llama El hambre heroica y de alguna manera está la idea de lo que es el cuento para mí. (en ese libro, Gabriel destaca a los cuentistas Paulette Jonguitud, Jorge Comensal, Jaime Muñoz de Baena, Ave Barrera, Joel Flores, Alejandro Badillo Herson Barona y Leonardo Teja, entre otros).

–Vamos a hablar de Perros sin nombre, un libro de perdedores
–Perros sin nombre lo dice el propio título. Humanos que ni siquiera llevan el nombre, rastreé esos personajes derrotados. Personajes citadinos, de alguna manera machistas, que cambian al final. Traté de meterme en sus vidas, para dignificarla con alguna cosa que pasa.
–Le dedicas el libro a Eusebio Ruvalcaba…¿Qué es lo que significó él para ti?
–Ha sido mi maestro durante once años. Tomé talleres informales con él en cantinas, en centros de fomento religiosos, en su casa. Para mí fue muy importante. Estos escritores previos a Internet, que ya se están muriendo, su obra está a punto de descubrirse. Hay que buscarlos en los libros.
–¿Cómo es eso de no tener Internet en tu casa?
–Ya no sé si soy un imbécil o un adelantado a mi era, porque estoy seguro de que prontamente tendremos que pagar para no tener Internet en nuestra casa. En mi casa trato de concentrarme, de leer y de escribir, no saber cómo desayuna el mundo en Facebook. Y mi hora de la comida está destinada a leer.

–¿Qué significa la editorial Paraíso Perdido para ti?
–Creo que Paraíso Perdido es una de las editoriales más poderosas de México, se está arriesgando, publicando a autores no conocidos. Te acercas a los libros y son libros importantes. Está haciendo una labor que Tierra Adentro está dejando de hacer. Necesitamos ese tipo de sellos. Pienso en Paraíso Perdido y me viene a la mente la colección de la Universidad Veracruzana, por ejemplo. Creo que en unos años va a haber libros de Paraíso Perdido de los que se van a hablar en los documentales de Clío.
–¿Qué dirías de la literatura mexicana?
–Este año ha sido muy complicado para la literatura mexicana. Creo que está sana, hay salud, seguimos respirando del aire fresco emanado por Fernando del Paso, él nos da la posibilidad a muchos escritores mexicanos la posibilidad de ser malos. Lo que él hizo es fascinante. Hay muchos escritores, lo que falta es el lector. Hay un montón de gente haciendo obra, pero faltan lectores. Sí se lee, hay un ímpetu por leer, pero la gente no sabe qué leer. Las instituciones no le han atinado a proteger a los escritores mexicanos. En estos tiempos uno tiene que ser su propio agente literario, su propio publicista, su propio mercadólogo. Hacemos la chamba de todos.
–¿Qué significado tiene haber sido elegido entre los ocho talentos para Guadalajara?
–Fue muy bonito. Necesitamos como estímulos, me encantó, porque me sentí en perfecta compañía. Los otros 7 autores que fuimos seleccionado es un buen termómetro de cómo está la literatura mexicana en estos momentos.