En la película uno descubre la maestría de Joni Mitchell, no es porque alguna vez haya dudado, pero es ella que la pone las cosas en su lugar a preguntarle a un músico: ¿por qué dices eso de los hombres, mi obra no está a la altura de Leonard Cohen, de Bob Dylan?
Ciudad de México, 19 de junio (MaremotoM).- El documental Rolling Thunder Revue: A Bob Dylan story, que dirige Martin Scorsese y que transmite Netflix, a uno lo deja agotado. No sabe para dónde ir luego de ver esta película por un lado absurda, por otro lado maestra.
A 14 años de No Direction Home, ganador de un premio Grammy, donde detallaba la evolución de Dylan entre 1961 y 1966, desde sus inicios como cantante de folk y de protesta, a ser la “voz de una generación” y una estrella de rock, Martin Scorsese vuelve al Premio Nobel de Literatura para dejar en la memoria esa gira fundamental y a la vez perdedora en la vida del genio.

Roger McGuinn de los Byrds, Joan Baez, T-Bone Burnett, Mick Ronson, Ramblin’ Jack Elliott y Bob Neuwirth, entre otros, a la que se añaden puntualmente algunos músicos más en algunos de los conciertos (Richie Havens, Joni Mitchell, Stevie Wonder, Ringo Starr o Dr. John), desfilan por el festival que Netflix ha descrito como “parte documental, parte concierto, parte sueño febril”.
En la película uno descubre la maestría de Joni Mitchell, no es porque alguna vez haya dudado, pero es ella que la pone las cosas en su lugar a preguntarle a un músico: ¿por qué dices eso de los hombres, mi obra no está a la altura de Leonard Cohen, de Bob Dylan?
Explora y quizás desconoce hasta esta película todo el narcicismo de Joan Báez, ese estar como una gran estrella debajo de Bob Dylan, haciendo que él –finalmente- se sienta más artista cuando está ella (“cantamos los dos iguales, a veces me he dormido pensando en su voz”, dice el cantautor).
¿Qué decir de Bob Dylan? Unos 14 discos están a la venta para rememorar la Rolling Thunder Revue, unos fanáticos que se volverán a pintar de sus versos (todos las canciones están traducidas en la película) y ese espíritu atribulado de Estados Unidos en 1975.
Pero también esta película es de Martin Scorsese y más allá de escuchar Desire, con una de sus canciones más bellas del mundo: “Hurricane”, en actuaciones soberbiamente expresivas de Bob Dylan (probablemente en su punto más alto), también debemos ver todo lo que tiene de cinematográfico.

Están Allen Ginsberg, Patti Smith, un joven Sam Shepard, es increíble ver esa escena frente a la tumba de Jack Keroauc de Dylan y Ginsberg, con imágenes de Howard Alk, quien falleció en 1982, con 52 años, de una sobredosis de heroína en los estudios Rundown de Dylan.
Scorsese no habla de él. Inventa un personaje de ficción a cargo del actor Martin von Haselberg, marido de Bette Midler, un tal cineasta Stefan van Dorp, quien “recuerda” los momentos no vividos y protesta contra el periodista de la Rolling Stone, contra el mismísimo Bob Dylan, inventa memorias con los Kiss, con Sharon Stone.
Este documental se convierte a veces en un monumento a Bob Dylan, que no reconoce ni explora las cadenas reales de todo lo que pasó en la gira y esconde no sólo personajes sino también cosas oscurísimas del cantautor.
Hay que verlo, para saber cómo no eran las cosas, pero para disfrutar los momentos musicales que son geniales.