El tema es la violencia en México, ligada a las violencias ejercidas en Chile, en Argentina, en una “batalla donde no hay guerra y son estas pequeñas violencias, que luego no son tan pequeñas, con las que convivimos a diario”, explica la poeta.
Ciudad de México, 7 de septiembre (MaremotoM).- La editorial Elefanta, conducida por Emiliano Becerril, ha publicado Decir otro lugar, de Eva Castañeda, un libro de poesía que además de estar escrito como en narrativa, cuenta una historia que va del principio al final.
El tema es la violencia en México, ligada a las violencias ejercidas en Chile, en Argentina, en una “batalla donde no hay guerra y son estas pequeñas violencias, que luego no son tan pequeñas, con las que convivimos a diario”, explica.
“Decir otro lugar oscila en la frontera entre el aforismo y el poema en prosa, explora las posibilidades sintéticas —angustiosas y sorpresivas— de la poesía en dos caminos, uno horizontal que avanza mientras explora los secretos y otro vertical que se detiene para profundizar el cuerpo de esa alteridad que sirve de oyente. Decir otro lugar se presenta como una bocanada de aire fresco en el marco de la poesía mexicana actual”, ha dicho Carlos Azar Manzur en el prólogo y Castañeda se encarga de aclarar que “jamás nombro a México”.
“El usar el adverbio de lugar (allá) nombra mucho a lo colectivo, a lo que le está pasando al otro, que no me ha tocado a mí pero que eventualmente me puede pasar”, expresa Eva.

–¿Hay también una mirada a algo que te pasó a ti?
–Este libro se desarrolló en una estancia post doctoral que realicé en la UNAM. Yo soy académica y el tema del post doctorado era Literaturas producidas en violencia de Estado, me va interesando investigar en estas narrativas que aparecen en contextos tan hostiles, tan violentos, pero que justo trasciende a la mera voz individual. Estoy apelando siempre a un nosotros, a un plural permanente, no es precisamente mi historia de amor, sino es la historia que se suma a todas las demás historias hostiles, complejas y violentas. La violencia es uno de los grandes ejes.
–Lo académico a veces no tiene nada que ver con la poesía…
–Lo mencionaba para hablar del corpus con el que trabajé, los autores de la tradición chilena, Nona Fernández, Raúl Zurita, estas lecturas fueron tejiendo esto y esta reflexión a esta voz plural. Esa pulsión es mi experiencia más vívida, la más orgánica, la que tengo como ciudadana que habita este país. Todo lo que miro permanentemente y que no me gusta. ¿Cómo lo puedo subvertir desde mi humilde trinchera? La poesía es una manera de hacerlo.
–Hay como una especie de esperanza, de mirar un poquito más allá
–A pesar de que el libro atraviesa temáticas sobre temas tan ríspidos, me interesaba terminar el libro con un proyecto de esperanza. Es esa posibilidad de vislumbrar un horizonte distinto y mejor. Al menos creer que hay posibilidades más allá de la utopía.

–A veces mirar lo trivial podemos encontrar la esencia, ¿verdad?
–A mí me ha interesado me he sentido más afín a estos temas anodinos, lo trivial, lo inmediato. Estas son historias que se van trazando a lo largo del libro y cuentan momentos anodinos, intrascendentes.
–Es una publicación de Elefanta editorial
–Sí y me encanta. La editorial se ha volcado a una serie de literaturas que no están en el centro, como la lusófona, afroantillanas, caribeñas, pero que también forman parte del canon y de la tradición literaria latinoamericana. En este libro, además, yo trato de reflexionar un poco sobre los géneros literarios. Es un libro que se publica en una frontera híbrida y me sitúa en una frontera genérica y también en una frontera existencial en muchos sentidos.
–Tú hablas de narrativa, pero cuando uno lo lee, es poesía pura
–Lo pienso en términos de la forma en la cual ideé y planeé el libro. Son pequeños microrrelatos que tienen el lenguaje poético, pero que va tejiendo una historia. Un fragmento está relacionado con el otro.
–¿Es también un homenaje a la poesía chilena?
–Digamos que muchas de mis lecturas actuales están atravesadas por la tradición argentina y chilena. La chilena sobre todo porque incluso antes de la pandemia el pueblo resistía en muchos sentidos. Acudo a estos autores con un sesgo político. Creo que puede ser un homenaje, sí, pero es una tradición con la que me siento identificada como lectora por múltiples razones, estéticas y políticas.
–Cuando viniste a México, ¿qué sentiste con respecto a la falta de prisa del pueblo mexicano para cambiar, pero al mismo tiempo con una gran resistencia?
–Yo soy mexicana. Son historias distintas. En el caso de México es la historia contemporánea la que nos ocupa, pero pienso que mi pueblo a pesar de que está al filo todo el tiempo, nunca terminamos de caer. Todo el tiempo estamos resintiendo. Mucho de la poesía que se escribe hoy en México da cuenta de esa resistencia.
Eva Castañeda es autora de los libros Nada se pierde (Verso destierro, 2012) y La imaginación herida (Trajín, 2018). Ha sido incluida en diversas antologías y algunos de sus poemas han sido traducidos al alemán, chino e inglés.