“¿Qué es el amor? ¿Es la carne o el fantasma?”, se pregunta el escritor, también pone otras preguntas como: “¿Es el deseo reprimido o la saciedad total? Aún no lo sabes. Estás parado en el límite del tiempo, en la cumbre más alta de tu vida, mirando decidido hacia el futuro”.
Ciudad de México, 16 de marzo (MaremotoM).- En el libro de cuentos Eternos juegos de amor, pareciera que Christian E. Hernández E. continúa con el mismo tema de libros previamente publicados: la relación de sangre y piel entre niños que están dejando de serlo, desde la mirada del escritor adulto y desde la ficción, así como el ensayo, y las redes sociales. “¿Cómo se desposee el autor como persona y cómo se diferencia del narrador en temas como la pedofilia?”, cuestiona el periodista al escritor.
Fue el miércoles de ceniza del año en curso, en el que me tocó presentar, a las siete de la noche, el libro de cuentos Eternos juegos de amor (Trajín, 2019), del escritor Christian E. Hernández E. (1980), a quien conocí hace un par de años en su natal Toluca.
Esto fue a lado del investigador de cine y experto en la cultura asiática, Jorge Grajales, quien sin texto en las manos, dio cátedra sobre sus impresiones respecto a esta obra literaria, en su ya conocido Centro Cultural José Martí, en la Ciudad de México, ya que es el lugar donde mes a mes y desde hace dos décadas, Grajales lleva a cabo su Maratón Nocturno de Cine Alternativo.
A diferencia de Jorge, yo escribí un texto y le formulé algunas preguntas al autor, sobre todo en un tema muy delicado que a este escritor le gusta mucho abordar en su literatura, en su obra ensayística y en su mismo Facebook: la pedofilia. Aquí mismo transcribí las repuestas de Christian e incluí parte de los cuentos leídos en su presentación. Las partes en cursiva de mis comentarios sobre el libro, son ideas incluidas para este texto, que su objetivo es contextualizar lo conversado.
La intención, por otro lado, es reflexionar sobre qué sucede cuando un literato, padre de una niña, maestro de preparatorianos, licenciado en psicología, fanático del anime, autor de un ensayo sobre pedofilia, gustoso de “provocar” en redes sociales con este tema, que también pareciera estar de acuerdo, por lo menos en que la pornografía infantil: “puede servir como un remedio terapéutico para el pedófilo, es decir, el pedófilo a través de la pornografía infantil sacia ese deseo y ya no se acerca a los niños reales”, así lo señaló en su respuesta a mis preguntas (que podrán leer más abajo).
Por lo menos en que la pornografía infantil: “puede servir como un remedio terapéutico para el pedófilo, es decir, el pedófilo a través de la pornografía infantil sacia ese deseo y ya no se acerca a los niños reales”, así lo señaló en su respuesta a mis preguntas.
En su libro de poesía, trilingüe, Amor Koi Love (Ediciones Hernández Mancilla, 2018) se lee en la pagina 22: “A lo largo de mi vida, he sido un niño. En mi tiempo libre, he jugado a imitar el mundo adulto. No me arrepiento de haber salvaguardado mi alma. Después de eyacular en el vientre de una chica que contaba trece años, me di cuenta cómo era ser un niño chiquito en realidad. Hasta ahora, el FBI no ha encontrado evidencia suficiente para levantarme cargos: abuso infantil, violación por equiparación, estupro… Cada vez que miro las imágenes prohibidas que los japoneses suben al ciberespacio, no disfruto, no me excito, no me espanto, no anido en mi interior un sentimiento de culpa, sólo añoro aquella noche en que nuestros cuerpos pubescentes se encontraron”.
En su libro previo, también de poemas, Moratoria (Diablura Ediciones, 2015), en su último relato Mundo pop, escribe en su párrafo final: “Han pasado más de once años desde aquellos relámpagos de agosto, y me doy cuenta que, de manera fatal, mis profesores de El Colegio de México erraron: no era la pedofilia lo que defendí a capa y espada, tanto en México como en Japón, sino el derecho a vivir y disfrutar del mundo pop”, (Octubre de 2015).
Frente a la amable invitación de Christian, para comentar su más reciente libro —que además comentó que el siguiente seria una novela llamada Las Pepitas y no Las Lolitas— y siendo periodista, no pude evitar hacerle, repito, algunas preguntas al respecto, sobre todo cuando “en México, 4 millones y medio de niñas y niños son víctimas de abuso sexual, por lo que según cifras de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), ocupa el primer lugar mundial en dichos delitos”, así lo consignan las escritoras Denisse Buendía y Alma Karla Sandoval, en su libro Vocabularia, diccionario feminista (Infinita, 2019), dentro de la definición del “Patriarcado pedófilo” (p.75).
Aquí la discusión.
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“Dios, un dios tal vez viejo y celoso, creó al hombre y a la mujer a imagen y semejanza, bueno, no tanto, ellos eran más jóvenes y hermosos que su creador. Entonces un día, Eva comenzó a menstruar por la mañana. “La humedad de la sangre le despertó. Miró a Adán, que aún dormía, y partió hacia el río”. Luego el río se tiñó de rojo. Eva lavó la primera señal de su pecado. “Tendría que sufrir le había advertido el arcángel. Tendría que penar por el mundo. Tendría que sentir el dolor del destierro y la derrota. Más adelante y en medio de la oscuridad, se hizo de él. Tomó por la fuerza sus piernas, Eva ojos cerrados, lo dejó hacer”. Dios lleno de ira al ver que “la sangre y la semilla” se mezclaban, no lo soportó, tampoco soportó que dejaran de ser “vírgenes” pues “habían conocido el amor carnal, y se olvidarán de buscarle. No encontrarían, nunca más, el amor fraternal del Paraíso. Dios miró aquel par de cuerpos delgados, desnudos, temblando de noche y de frío. Y sin hacerse presente, recogió su dolor, y dejó que la vida prosiguiera. Nadie lo oyó, Adán y Eva siguieron dormidos. Vino la luz, y se hizo el día. Entonces, Eva comenzó a menstruar por la mañana”.
Hasta aquí el cuento introductorio del libro Eternos juegos de amor de Christian E. Hernández E. El resto de ellos, son ocho cuentos más, que cada vez van siendo más largos y maduros hasta llegar a uno sobre el amor adulto y tal vez, el del fracaso. Una compilación de textos escritos, inicialmente, entre los años 1998 y 2003 y que fueron recuperados, entre los años 2015 y 2019, para su publicación. Son también una serie de historias en las que en general el amor adolescente, entre primos, entre compañeros de escuela, entre vecinos, están inmersos en el erotismo candente de casi infantes, visto desde la visión de un cuentista, a veces castigador y a veces benevolente con ellos.
El libro de Christian E. Hernández E. es uno que narra historias de amor doloroso, en un tiempo en que el amor romántico está cuestionado y casi al final, en su antepenúltima narración, expresa algunas cosas que confirman ese lacerante paso del amor adolescente al desamor de la madurez, que dice que: “El amor es un esfera de energía que entra a tu cuerpo a través del corazón, invadiendo tu ser muy lentamente. Es un rayo luminoso color rosa que destila tu pecho buscando guarecerse en otros. Es una emoción gigante que te hace despertar, florecer, y dar lo mejor de ti mismo. Es la razón de existir, la felicidad más pura. Es la vida”.
Por otro lado, define que “el enamoramiento es el efecto común de conocer el amor. Los síntomas a consecuencia del impacto son diversos: el pecho se enrojece a causa del corazón palpitante, sudas mucho, tu cerebro no funciona como antaño, los músculos se traban y no puedes reaccionar debidamente, la humedad de tu lengua se hipnotiza, y los ojos sólo brillan mostrando felicidad”.
Christian vuelve al amor para expresar que: “El amor no es un sentimiento, sino una mezcla compleja de ellos. Desde niños, vivimos la emoción inversa a la soledad. Tras romper los lazos posesivos de los padres, buscamos en otras personas la corriente emocional de nuestras vidas. Hallamos en la gente diferentes sensaciones. Aprendemos del amor y, después de gozar, sufrimos”.
“¿Qué es el amor? ¿Es la carne o el fantasma?”, se pregunta el escritor, también pone otras preguntas como: “¿Es el deseo reprimido o la saciedad total? Aún no lo sabes. Estás parado en el límite del tiempo, en la cumbre más alta de tu vida, mirando decidido hacia el futuro”.
En este mismo libro hay además un colibrí que se convierte en mujer para descubrir o simbolizar, tal vez, el deseo sexual. Está la enfermera y el paciente y sigue recurrente en los cuentos el recordar a las primas en calzones. De romper el himen familiar, de los juegos de niños, del amor carnal entre chavales, del puppylove, ese amor romántico entre personas sin imaginar el amor físico o sexual y de nuevo ese castigo de dios que es la menstruación. Amor en pueblos infernales con cuerpos angelicales. Y del amor que no es cosa fácil. Y del niño en la niebla que hizo a su amiga la luz de sus poemas en Metepec. Del golpe mortal también de amor carnal entre Gokú y Sayajín o de una adolescente parecida a Sailor Moon y un hombre llamado Christian (como el autor del libro).
Habrá que decir, para contextualizar, que Christian E. Hernández E. es licenciado en Letras Latinoamericanas y maestro en Psicología, que es egresado de la maestría en Estudios de Asia y África, especialidad Japón, además de ex-becario de la Fundación Japón en México y la Japan Student Services Organization.
Por si fuera poco, es difusor de la cultura alrededor del anime y del manga desde el año 1999, así como de la cultura Idol japonesa desde el año 2007 y entre sus libros está Ensayo sobre pedofilia (Editorial Académica Española, 2019). Se lee en la sinopsis del sitio Amazon, donde el libro se puede comprar en mil 276 pesos: “Los griegos antiguos diferenciaban dos clases de atracción: la ‘filia’, que se traduce como “amistad”, y el ‘eros’, que se traduce como “amor”. Ambos conceptos dieron origen a los dos términos que existen, hasta la actualidad, para designar la atracción (sexual o no) que experimentan los varones adultos por los niños: 1) la pedofilia y 2) la pederastia. Dejando a un lado los debates sobre la moralidad y la legalidad de dichas prácticas, la intención de este trabajo es arrojar luz sobre la manera en que el amor por las niñas se ha representado tanto en la cultura occidental como en su literatura. Desde las musas de los escritores del ‘dolce stil novo’, pasando por la relación entre Charles Dodgson y Alice Liddell, hasta las niñas presentes en la obra del escritor colombiano Gabriel García Márquez, el modelo de “amor por las niñas” es el eje central de esta investigación”.
En el libro de cuentos Eternos juegos de amor, pareciera que Christian E. Hernández E. continúa con el mismo tema. La relación de sangre y piel entre niños que están dejando de serlo, desde la mirada del escritor adulto y desde la ficción. Por tal motivo, me interesa hacerle las siguientes preguntas antes de terminar:
1.¿Cómo decides, en un contexto como el de México, que tiene millones de casos de pedofilia y de abuso sexual a infantes, construir tu oficio narrativo desde el desarrollo de este tema, a partir de la ficción, como es en este caso?
2.¿Cómo se desposee el autor como persona y cómo se diferencia del narrador? ¿Cuál es el interés no personal sino narrativo de abordar estos temas?
3.¿Tu ser narrativo concuerda con tu ejercicio facebukero, por ejemplo, de socializar y normalizar la pedofilia, incluso me atrevo a decir la violación de mujeres y niñas por el hecho de estar cerca de un hombre adulto (como casos muy sonados en recientes semanas)? ¿Cuál sería en ese sentido la diferencia entre el juego facebukero, si lo dices desde un punto de vista de un personaje o tu persona a diferencia de un libro como éste, donde sí, como ya lo expliqué se aborda el tema de las relaciones entre adolescentes carnales, pero vistas desde un escritor de casi cuarenta años, papá de una niña y siendo maestro?
Te dejo esas preguntas, sobre todo en un momento en el que estamos en una situación muy compleja de feminicidios, de violencia, dirían las feministas, heteropatriarcal, y que este libro me parece que es interesante porque sí hay una muestra de esa estructura, que se está rompiendo y que tiene que ver con este tema también del amor romántico, que al final como mencionaba en estos fragmentos sobre el amor, yo creo que estamos en un tiempo en el que entender el amor desde esta idea del amor romántico, pues se está desarmando, desestructurando.
La amplia respuesta de Christian:
¡Wow!, pues todo ha sido muy completo, muchas gracias Toño, igual sabes que admiro tu punto de vista crítico y sobre todo tu pasión por argumentar, por defender tu punto de vista.
Un tiempo cuando tenía que lidiar con psicólogos y de repente encontraban mi Facebook me decían: “oye pero lo que tú haces es violencia”, yo les decía: “es que hay cambios sociales que sólo a través de la violencia pueden ocurrir”, y bueno eso lo dije como cinco o seis años antes de que vinieran a pintarrajear aquí las feministas.
Mira, es muy complejo, creo que en general nosotros como seres humanos somos violentos. Nuestro nacimiento es violento y desde ahí viene. La Biblia está llena de historias, de infanticidios, de homicidios, de pedofilia, es una cosa terrible. Ahora, soy profesor de literatura, por si me querían preguntar de qué era, y cuando empezamos los cursos de literatura con mis alumnos, empezamos leyendo el Génesis.
Empezamos tomándolo, pero además enseñamos a los chicos a leer, o acercarse al texto de manera desacralizada. Eso para mí siempre ha sido como una agenda. Por ahí de repente me llaman la atención: “oiga maestro, por les dijo que trajeran la Biblia”, porque van a empezar a leer el libro de su casa que no leen nunca, y bueno ya de ahí cada uno agarra sus agendas, algunos para justificarse y otros para entender por qué está la situación tan compleja.
Tengo alumnas feministas y de repente les digo es que esto no va a cambiar, yo creo que van a morir ustedes y sus hijas y esto va a seguir igual, por qué, porque el Génesis simplemente, donde ya ponen a Eva como la mala, porque por ella fuimos expulsados del Paraíso, o sea está escrito aproximadamente, cerca de, dos mil años antes de Cristo, es un texto que lleva más de cuatro mil años y sigue vigente, lamentablemente sigue vigente, polvo eres y en polvo te convertirás, cuando vi la fecha dije: “¡Dios mío! Es miércoles de ceniza el día que vamos a presentar este libro”, es súper vigente.
Un tiempo cuando tenía que lidiar con psicólogos y de repente encontraban mi Facebook me decían: “oye pero lo que tú haces es violencia”, yo les decía: “es que hay cambios sociales que sólo a través de la violencia pueden ocurrir, y bueno eso lo dije como cinco o seis años antes de que vinieran a pintarrajear aquí las feministas.
Estas ideas, estos valores heredados desde los españoles, que tampoco quiero decir que los indígenas sean como muy feministas, se han prolongado en una visión que lamentablemente nos causa daño. No es, también en esto difiero en tu punto de vista, no es que haya empezado en este sexenio, es un problema que creamos desde hace mucho tiempo atrás, que finalmente ahora por un apertura de los medios y también por una sensibilidad diferente de los periodistas que cubren esto hechos, todavía te tocó a ti escuchar “crimen pasional”, pues esos crímenes pasionales ahora ya se tipifican como feminicidio, entonces sí ha habido un avance.
Cuando nace mi hija, yo decía, y en una plática en Toluca me preguntaban: ¿Cómo es que tú asumes todos estos temas que tu trabajas y qué esperas que el lector piense de ti? El texto se defiende solo. Hay pistas, hay claves, hay momentos en los que el lector sabrá que estoy jugando con él y otras partes en que le lector no quiera jugar y rechazar el texto. Cada quien se acercará al texto y el texto se debe de defender solo. Yo lo único que puedo decir es que sí es ficción, aunque existen los personajes en la vida real; existe una Viridiana, existe un André, existe una Dinorah, existe una Xóchilt, todas ya mujeres casadas con hijos, con una vida hecha, pero que yo tenía la necesidad de retomar porque todo lo que ellas significaron para mí, pues está escrito aquí.
Me gustó como planteaste esa pregunta: ¿Cuál es ese interés narrativo…? Yo pertenecí a un taller de narrativa que coordinaba Eduardo Osorio, a quien dedico este libro por supuesto, y en ese taller de narrativa, debido a los intereses personales del talleristas, nos decía es que ya dejen de escribir ficción, ahora empiecen a escribir de ustedes y de repente me decía el maestro, qué es lo primero que tu escribiste y me vino a la mente ese grafiti que dice: “Viridiana te amo”.

Entonces le debía a este libro ese cuento, porque en algún momento dado el trabajo con Arturo Texcahua se volvió muy pesado, yo diría agotador, y a estas alturas lo debo de reconocer, fue muy agotador, porque era quitar este cuento, meter el otro, por ejemplo, el último, el de Mi novia es una Joshikosei, es el más fresco, lo tuve que escribir prácticamente en una semana y estaba como en obra negra el cuento, tenía los motivos que se iba a hacer, pero rellenarlo, ponerle carnita, ponerle todas estas referencias culturales fue complicado, pero bueno, lo hice, me costó y ahí quedó, es el texto más fresco, los demás son textos antiguos que yo escribí cuando tenía, dieciocho, bueno me atrevo a decir que los escribí cuando yo tenía quince, dieciocho, veinte, veintiún años, y queda aquí como una especie de literatura adolescente, escrita, bueno, más bien reescrita por un hombre de casi cuarenta años, pero que sí está enfocada para ese público, es decir, mis chicos de la prepa, algunos de los compañeros que no sé, gustan de las referencias culturales, etcétera.
La pedofilia sigue pues siendo el gran… Yo escribo Ensayo sobre pedofilia, por ahí de 2002, lo presento como mi tesis de licenciatura, y pasó mucho tiempo que nadie quisiera publicarlo por lo polémico, porque lo que hacían falta eran referencias, porque hacía falta que ciertas personas justificaran mis puntos, cuando eso es una tontería.
Finalmente el autor expone su punto de vista y es un ensayo, no es científico, es un punto de vista del autor y se acabó.
Uno de esos puntos de vista, y que después si encontré quién me ayudara a justificarlo, era que por ejemplo la pornografía infantil, puede servir como un remedio terapéutico para el pedófilo, es decir, el pedófilo a través de la pornografía infantil sacia ese deseo y ya no se acerca a los niños reales, independientemente de lo que digan los estadounidense que son como los que llevan esta agenda de prohibir cualquier representación sexual de niños y adolescentes, y bueno, hubo alguien que sí me dijo, la doctora Gabriela Villafaña allá en Toluca que: “sí, claro, eso funciona así por una simbolización”, y todo un rollo psicoanalítico que en ese momento, en el 2002, yo no entendía, y gracias a ella acabo en la maestría de psicología y termino y me titulo.
Lamentablemente se ha ido complicando cada vez más, ya agradezco como decía hace rato, agradezco que mis alumnos no me mencionen en el Me too o en estas denuncias que ahorita están en la Universidad del Estado de México muy fuertes, y aun así tengo varios de ellos que los tengo en redes sociales y que somos amigos, ya no son alumnos directos, ellos ya se graduaron, ya son licenciados, pero sí, agradezco esa tolerancia, ese punto de vista crítico y sobre todo mi pareja, que lamentablemente no nos pudo acompañar, en el sentido de que soy padre de una niña y que ella sabe que he escrito un ensayo sobre pedofilia, ese ensayo de pedofilia, perdón desvarié, se termina publicando gracias a una oferta editorial rara, de esas que parecían cadenas mandadas desde África, que decía : “¿usted tiene algún documento que quiera publicar con nosotros?”, yo dije, les va mi primer tesis y ya cuando veo que es un hecho que se va a publicar, se publica, de hecho está publicada en Europa, el ensayo sobre pedofilia, y bueno, se puede acceder en la biblioteca del Colegio de México donde dejé un ejemplar, se puede acceder en la Facultad de Humanidades, dejé ejemplares también ahí y lo que acabo diciendo es eso, el Boom Latinoamericano está ahí, está lleno de pedofilia; las niñas de Gabriel García Márquez, casi cada texto de él tiene una niña y entonces él al revés de lo que yo hago, que yo si tomo como esa conciencia, y trato de plantear algunas cosas en los textos él lo dio por hecho. Ya después en sus memorias de Vivir para contarla, él explica cuál fue esa primer niña de la que se enamoro que fue la sirvienta de la casa y todo este rollo y yo me quedo esperando su segundo tomo, para saber de dónde salieron las demás niñas y fallece García Márquez. Entonces sigue estando pendiente ese manuscrito y sí, lo voy a leer con lupa cuando salga, porque son demasiadas lineas diferentes, exactamente son diferentes entre las que aborda García Márquez, y ese es el último capítulo de mi famoso ensayo sobre pedofilia.
Yo escribo Ensayo de pedofilia, por ahí de 2002, lo presento como mi tesis de licenciatura, y pasó mucho tiempo que nadie quisiera publicarlo por lo polémico.
De ahí me hice, sí tengo que reconocerlo, en redes sociales, como una especie de activista, pero sobre todo en el sentido de no a la censura, sobre todo cuando ya venían a prohibir desnudos, los de la película Mi vecino el Totoro y que Disney había rechazado distribuir esta película, durante años por esa escena.
Hayao Miyazaki, fiel a su obra y fiel a su visión dijo: “O sale la escena del baño de las niñas desnudas o no se distribuye”, distribuyen otras y Mi vecino el Totoro queda ahí por años, hasta que ahora Netflix entra y aun así ponemos la película y sale la escena del desnudo y te quedas… Por qué nuestra cultura del siglo XXI, ya nos ha indicado que ver una niña desnuda es pedofilia y entonces automáticamente tú tienes que rechazarlo, tiene que ser como que no, excepto si son tus hijos, pero pues no encuentro lógica en ello, o sea porque hemos ido desexualizando a los niños que Freud obviamente documentó, que sí tienen una sexualidad, no una sexualidad genital por su puesto, pero sí los hemos ido desexualizando.
Ahora, ya para cerrar, justamente ayer mandé a una revista académica un artículo sobre esto de Roricon, de las Lolitas japonesas, y el dictamen dice que el texto tiene sus referencias, tiene sus bases, tiene sus fuentes, lo único que yo le plantaría en sus últimas palabras, en su conclusión, es que no se ponga de abogado del diablo a defender a los pedófilos, porque el consumidor del cómic japonés, el consumidor de una literatura erótica que hable sobre estos temas, no es el pedófilo, no es el pederasta, entonces no juegues ahí a ser el defensor; y por otro lado, pues sí faltó una reflexión sobre cómo estas fantasías donde el hombre encuentra satisfacción, diría sexual, con el simple hecho de tener el control y bueno, cuántos hombres tienen el control desde la escuela, la iglesia, los lugares deportivos, o de fomento del deporte, lo del fomento cultural, etcétera. Siempre hay un hombre que tiene el control y esos es lo que más o menos las feministas, bueno según yo, llaman las feministas el sistema heteropatriarcal y es cierto, y lamentablemente apenas estamos tomando como conciencia de ello, pero pues mejor tarde que nunca, la verdad es que eso es lo que yo plantearía.
Fuente: Revista Los Cínicos / Original aquí.