Yo agregué que soy uno de aquellos “bad hombres” que suele traer una bolsa de tela —mientras río en mi interior. Ni modo, tendremos que poner no sólo nuestras masculinidades sino los huevos, la fruta y el queso cincho en otro lugar.
Cuernavaca, 7 de diciembre (MaremotoM).- La señora de la tiendita de la cuadra me dice que ya no dará bolsas de plástico. “¿Así que que los huevos, la fruta y el queso cincho me lo tendré que llevar en una bella canasta?”, me pregunto. Le digo que yo tengo en casa una bolsa de plástico llena de bolsas de plástico que me han dado en lugares como la panadería, el Oxxo, el súper y su misma tiendita. Que se las puedo traer para usarlas de nuevo. La señora me responde que ella también tiene una bolsa de plástico llena de bolsas de plástico en su casa, pues: “¡Yo nunca las tiro!”, me lo expresa mientras frunce el ceño, mueve la cabeza de un lado a otro en señal de negativa, además de hacer como cucurucho los labios. Le comento que hay personas que tiran las bolsas a la basura, me recuerda: “No, yo las hago moñito y las guardo, ¿pos cómo?”, lo expresa como si fuera un punto final a la conversación y luego me echa en la bolsa de plástico un trozo más de queso cincho. Semanas después la bolsa de plástico con bolsas de plástico, de la casa de la señora, están colgadas a lado de la fruta.
Bolsas de tela para “bad hombres” que van al súper.
No es mentira, a muchos hombres heterosexuales nos gusta salir del súper cargando bolsas de plástico, así como si fuéramos personajes rudos de una película gacha de Quentin Tarantino.
Meses atrás en otra tiendita de la cuadra —pues hay tres o cuatro—, cuando todavía el tema de las bolsas de plástico no era una preocupación socializada, pues ya sabemos que para el 2020 se prohibirán el uso de las bolsas de plástico en las tiendas grandes chicas y medianas —por lo menos así será en el Estado de Morelos, donde actualmente vivo—, su dueño, un viejo cabecita de algodón, al ver que traía una bolsa de tela, hizo un comentario al aire en tono burlón: “Ahora los hombres ya traen sus bolsitas de tela a la tienda”. Y es real, pues —pónganse serios—, según un estudio de la Universidad Estatal de Pensilvania, los hombres heterosexuales nos rehusamos a llevar bolsas reutilizables a los supermercados para no parecer “poco masculinos”. No es mentira, a muchos hombres heterosexuales nos gusta salir del súper cargando bolsas de plástico, así como si fuéramos personajes rudos de una película gacha de Quentin Tarantino. Ahora la esposa del señor de esa misma tiendita, me dijo que pronto ya no darán bolsas de plástico. Su esposo me explica la razón. Yo agregué que soy uno de aquellos “bad hombres” que suele traer una bolsa de tela —mientras río en mi interior. Ni modo, tendremos que poner no sólo nuestras masculinidades sino los huevos, la fruta y el queso cincho en otro lugar.

El futuro ha llegado a su fin y está aquí, así como también llega a su fin, este texto saturado de malditas bolsas de plástico.
*Texto que forma parte de la exposición colectiva Creando futuro, instalada en La Casona Spencer, Cuernavaca, Morelos. Fuente: Revista Cínicos. Original aquí.