Eddie Van Halen

Eddie Van Halen, el último gran héroe de la guitarra rockera

Cuando Ed sí estuvo bien, edificó una carrera que bien podría dividirse en dos partes. La primera como motor clave en Van Halen, la banda que -con su hermano Alex en batería, David Lee Roth en voz y Michael Anthony en bajo- le dio un sopapo a hard rock americano para inyectarle más frescura, cambiar el tedio por diversión y a base de estribillos con mayor adherencia que el velcro, hacerlo mucho más seductor y atractivo.

Por Miguel Mora, especial para El Silencio*

Ciudad de México, 7 de octubre (MaremotoM).- La noticia estaba madurando hace rato, pero hubo una suerte de acuerdo tácito para hacernos los idiotas. “Ed no está bien”, había afirmado, escueto, el cantante David Lee Roth en enero de este año. Desde la última gira en 2015, el hermetismo y total inactividad de Eddie Van Halen era un indicio claro de que algo no funcionaba. El alcoholismo que había complicado buena parte de la carrera del guitarrista parecía superado, pero el cáncer de lengua y laringe que había sufrido en el año 2000 nunca había dejado de estar ahí, acechador y amenazador. Breves comentarios de allegados confirmaron que este año había tenido que volver a someterse a un tratamiento… “Ed no está bien”.

Cuando Ed sí estuvo bien, edificó una carrera que bien podría dividirse en dos partes. La primera como motor clave en Van Halen, la banda que -con su hermano Alex en batería, David Lee Roth en voz y Michael Anthony en bajo- le dio un sopapo a hard rock americano para inyectarle más frescura, cambiar el tedio por diversión y a base de estribillos con mayor adherencia que el velcro, hacerlo mucho más seductor y atractivo.

Eddie Van Halen
La triste despedida de su único hijo. Foto: Cortesía

La segunda, como un guitarrista innovador y revolucionario como no se había visto desde los días de Jimi Hendrix. Su estilo acrobático y explosivo se manifestó desde el disco debut del grupo en 1978, que provocaba genuina incredulidad y asombro en el oyente. El segundo tema de ese álbum, “Eruption”, era un volcán instrumental a pura velocidad y tapping como no se había escuchado jamás. Fue una bisagra sonora influyente, expansiva y sorprendente que provocó clones en cada sala de ensayo donde se estuviera cocinado rock duro.

Los primeros dos discos de Van Halen son fundamentales, con clásicos como “Ain’t Talkin About Love”, “Jamie’s Cryin´”, “Dance the Night Away” y “Somebody Get Me a Doctor”; los tres siguientes mantienen el alto nivel y MCMLXXXIV, el último de esa etapa, la consagración global gracias a hits como “Jump”, “Panama”, “I’ll Wait” y “Hot for Teacher”. Cada solo de Eddie en cualquiera de esas canciones se convirtió en objeto de estudio ante la sensación de que no podía ser real. Los magníficos primeros seis discos de Van Halen fueron un engañoso manual de hard rock imitado hasta el hartazgo, al que nunca otro grupo pudo hacerle sombra.

Parte de la explicación es que mientras todos escuchaban a Van Halen, Eddie nunca escuchaba a nadie. Nacido en Holanda, hijo de un clarinetista, ya adolescente y mudado a Pasadena, Estados Unidos, pudo desarrollar su habilidad para tocar cualquier instrumento. Comenzó con la batería, pero tras una pelea con su hermano se dedicó a la guitarra. Una vez que descubrió cómo funcionaba ese laboratorio de sonidos, no tuvo freno hasta convertirse en el último gran héroe del instrumento. Su experimentación constante lo llevó a crear su propia guitarra con un cuerpo de una Fender Stratocaster a la que le hizo el espacio suficiente para agregarle partes electrónicas de una Gibson. Así nació la Frankestein, su icónica guitarra, una de las más reconocibles en la historia del rock.

En el derrotero de su banda solo escuchaba lo que componía, mayormente durante las giras. Mientras Roth le hacía un poco más de honor a ese halo de fiesta interminable en las horas posteriores a cada show, Eddie prefería la soledad de su habitación para componer sin otro aditivo sonoro más que lo que surgiera en su cabeza. Ese ostracismo musical lo mantuvo hasta los últimos días de actividad de Van Halen, cuando en una reveladora entrevista con Billboard en junio de 2015 confesó que el último disco que había comprado era So de Peter Gabriel, editado en… 1986. “Sé que es algo extraño, pero así ha sido toda mi vida. No podría hacer un disco contemporáneo aunque quisiera, porque no sé cómo suena la música contemporánea hoy”.

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Autodidacta, aunque incapaz de leer música, en su pico de popularidad recibió el llamado de Michael Jackson para que incluyera un solo en el tema “Beat It” del disco Thriller. Su talento lo puso a la par del productor Quincy Jones, a quien le sugirió cambios en la estructura de la canción, que fueron aceptados al notar que potenciaban el resultado final. El productor de Frank Sinatra le hizo caso a Eddie Van Halen.

Cuando en Volver al futuro el Marty McFly atrapado en el 1955 debía convencer a su futuro padre de un tarea imprescindible, se enfundaba en un impactante traje anti radiactivo, pero el golpe de efecto sonoro lo buscó en un pirotécnico solo de Eddie Van Halen (“Out the Window”, nunca editado oficialmente): a mediados de los 80, con seis discos del cuarteto ya editados, los solos del guitarrista aun daban sensación a sonidos no terrenales o provenientes del futuro.

Durante la segunda etapa de su grupo, con Sammy Hagar en reemplazo de Roth, el costado pop ganó terreno para mantener el éxito, pero en cuanto a los solos y arreglos, el buen gusto siguió firme. En 1998, ya sin Hagar, hubo un tercer tiempo con el cantante Gary Cherone, quizás el momento con menor vuelo del grupo. A mediados de 2007, Van Halen le reabrió las puertas a David Lee Roth para una exitosa gira de 40 fechas por América del Norte, con un cambio en el bajo: entró Wolfgang, el hijo de Eddie, en lugar de Michael Anthony.

En 2012 llegó un nuevo álbum de estudio, A Different Kind of Truth, el primero con Roth en 28 años, aunque hecho en base a demos de la primera época. En 2015 salió Tokyo Dome Live in Concert, un nuevo disco en vivo que fue la excusa para una otra gira por Estados Unidos. A lo largo del tour se vio a la banda en buen estado y a un Eddie Van Halen tan fresco e hipnótico como el que había surgido a principios de los 70. Los shows finales fueron el 2 y 4 de octubre en el Hollywood Bowl de Los Angeles, la ciudad natal de la banda. Ni el más pesimista hubiera imaginado que, a los 60 años de edad, esas serían las  actuaciones finales del guitarrista.

Desde entonces hubo silencio. Cinco años de silencio. Ed no estaba bien. El cáncer de laringe había reaparecido y solo el núcleo íntimo familiar estuvo al tanto de como Eddie Van Halen sobrellevó esa lucha hasta ayer martes, cuando a través de un doloroso y sentido comunicado de su hijo se dio la noticia más triste.

Lo único que hacía terrenal al arte de Eddie Van Halen era verlo en vivo y comprobar que se trataba de un ser humano. Con su partida, entonces, su legado se hará más grande e inalcanzable.

  • Proveniente de Silencio / Original aquí.

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