Se que son tiempos inciertos, no hay señal de wifi que nos de una probada del futuro, pero confío que dentro de algunos meses, estaré escuchando esta misma playlist y a mi lado estará nuestra edición de Quiltras, el libro de cuentos —un gran libro de cuentos— de Arelis. Me encanta cuando un círculo se cierra a manera de uroboro, me hace sentir vivo, satisfecho. Y sí, se me mete una basurita en el ojo cuando nomás me acuerdo.
Ciudad de México, 8 de abril (MaremotoM).- Durante un tiempo, Los Prisioneros fueron para mi todo lo que conocía de Chile. Supe de ellos cuando cursaba la secundaria, sonaba en la radio en ese entonces “Estrechez de corazón”, del álbum Corazones y como vivía uno de mis tantos enamoramientos no correspondidos, esa canción se convirtió en mi LA canción. Pero no, hoy no hablaré de este disco (que merece una reseña aparte), si escribo sobre Los Prisioneros en gran parte se debe al reciente viaje a Chile (que hoy lo percibo tan lejano, cuando no ha pasado ni un mes de que andaba en aquellas tierras) y por la publicación próxima, en Paraíso Perdido, de la edición mexicana del libro de cuentos Quiltras, de Arelis Uribe.
Con Los prisioneros me sucedió algo similar a lo que me pasó con Depeche Mode, los conocí por el disco que los disparó a la fama, pero en ambos casos había una largo camino recorrido. Fue complicado descubrir el legado del grupo chileno porque la mayoría de sus discos no se editaron fuera de su país. A México llegaron algunos compilados y luego gracias a Napster (:-O) logré hacerme de algunos mp3 de sus canciones. Y entonces vino el descubrimiento del espíritu contestatario, punk, un tanto ingenuo, de la crítica social y política de los primeros discos.

Decía al principio que por mucho tiempo fueron ellos todo lo que conocía de Chile, incluso antes de saber de escritores o editoriales (esto se lo debe a la FIL Guadalajara, de la cual ya fueron país invitado en dos ocasiones). Recordé esto mientras caminaba por la avenida Libertador Bernardo O`Higgins y pude ver la enorme cantidad de imágenes, carteles, grafitis, murales, testimonio de una lucha política y social que no me ha tocado vivir en México.
Me encanta (y a la vez me duele) la idea de que aunque han pasado 30 años o más de que algunas de las canciones que voy a compartir se escucharon por primera vez, las letras sigan significando tanto. Señal de que lo malo continua. Que en particular “El baila de los que sobran” se siga entonando en las manifestaciones no es cosa del azar.
Hace unos días, Arelis Uribe publicó en una storie de su Instagram una fotografía en la que se le ve acompañada de Jorge González, nos cuenta que lo encontró mientras caminaba y como no pedirle una selfie. Lo asumí como un guiñó del destino y volví a escuchar los discos del grupo chileno para compartir mis favoritas de su primera época.
Se que son tiempos inciertos, no hay señal de wifi que nos de una probada del futuro, pero confío que dentro de algunos meses, estaré escuchando esta misma playlist y a mi lado estará nuestra edición de Quiltras, el libro de cuentos —un gran libro de cuentos— de Arellis. Me encanta cuando un círculo se cierra a manera de uroboro, me hace sentir vivo, satisfecho. Y sí, se me mete una basurita en el ojo cuando nomás me acuerdo.
Fuente: Blog Experimentos con la verdad / Original aquí.