Ahí estaba Tavo, el guitarrista y fundador de Resorte, el gran hacedor de una banda de nu metal, con discos como Rebota y República de ciegos, con canciones como “Aquí no es dónde”.
Ciudad de México, 2 de mayo (MaremotoM).- Siempre digo que en México volví a nacer. Sobre todo en el tema cultural, que me di a conocer cosas que probablemente no hubiera conocido en Argentina. Ya venía con mi revista de música, creyéndolo que lo sabía todo, hasta que escuché a Resorte y conocí a mi amigo Gabriel “Queso” Bronfman. Descubrí el metal. Es cierto que todos los críticos avezados de rock dirán que era el nuevo Korn o la nueva versión de algún grupo anglosajón, pero para mí eran y son absolutamente mexicanos.
Siempre hablábamos con Queso de por qué dos bajos, de por qué esas letras. Bronfman, que es tan argentino como yo, aunque cuando recuerda su adolescencia piensa en Venezuela y en Barquisimeto, la ciudad en la que creció, y el, tan cordial y atento como siempre, me iba explicando todo.
En esa época salía un disco importantísimo, el disco que le hicieron los rockeros a Celso Piña. Fue portada de DIA SIETE y me volví fan absoluto del rock mexicano. Salía Grita, una estación de radio genial, conducida por Jorge Rugerio y yo iba como una esponja aprendiendo todo.

Queso es un poco más joven que yo y siempre que lo veía pensaba que era como mi hermano menor. Recuerdo que una vez fui a verlo al Circo Volador, donde practicaba capoeira y de pronto escuché Rage Against the Machine y me volví loca. Claro que los conocía, pero oírlos ahí, tan fuerte, tan vital, para mí que estaba totalmente alimentada de King Crimson, de Pink Floyd y de Spinetta, fue muy movilizador.
El periodismo de música siempre me proporcionó una nueva familia. Y siempre cuando veo a los músicos los abrazo, los beso, porque tienen ese costado de la calle, donde hoy por ti, mañana por mí, una cosa de solidaridad muy fuerte. Nada que ver con esa falta de piedad y a veces crueldad del periodismo literario, pero esta nota no hará acento sobre eso.
Lo dejé de ver a Bronfman, precisamente por inclinarme más al periodismo literario, por hacer cosas distintas, pero siempre estoy atenta a lo que hace y claro, cuando se reunió Resorte, hace exactamente cinco años, ahí fuimos a hacerle una nota, con Antonio Cruz como fotógrafo.
Fue muy fuerte esa nota, sobre todo porque en ese regreso conmovían. Traían los vientos de un ayer que se adivinaba luminoso y productivo y que, sin embargo, por un cúmulo de circunstancias se truncó en el medio, sin dar todo de sí.
Ahí estaba Tavo, el guitarrista y fundador de Resorte, el gran hacedor de una banda de nu metal, con discos como Rebota y República de ciegos, con canciones como “Aquí no es dónde”.
Gustavo Limongi “Tavo” (voz y guitarra); Juan Chávez (voz y bajo); Carlos “Charal” Sánchez (batería) Y Gabriel “Queso” Bronfman (segunda voz y guitarra), parecían haber superado las diferencias que los alejó de los estudios de grabación en 2002 y sacaban el sencillo “Reconecta2”.
“Creo que todos tenemos una personalidad fuerte y nos llevamos como nos llevamos. Menos mal que así es. Somos personas de ideas, de sonidos, en algún momento lideramos todos. En este momento nos hacemos caso los unos a los otros en aquello para lo cual cada uno es mejor. Tavo, por ejemplo, es una persona muy ocupada en la parte de la música y el sonido. Yo me clavo mucho en la comunicación y en cómo hay que decir las cosas que tienen que ver con la banda. El Charal tiene una cosa con el estilo y el Queso siempre ha pesado en todo lo que hacemos. Sí, hemos tenido choques en donde nos hemos tenido que replantear el camino. Ahora nos hemos reencontrados con muchas ganas de tocar y hacer música nueva y fuerte como es nuestra costumbre”, decía por entonces Carlos Chávez, el “Charal”.

Y luego entraba Tavo: “La historia de la banda se explica desde el inicio. Empezamos con un video en MTV cuando ni siquiera contábamos con un primer sencillo. El disco XL fue muy experimental, luego hicimos Rebota con otro cantante. Resorte siempre ha sido una banda única que se permite cosas que otras bandas no se permiten. Luego pasó que Pato Machete es de Monterrey, nosotros estábamos acá en el DF, los cambios en la disquera hicieron que quedáramos medio varados…es decir, fueron muchas circunstancias que nos llevaron no te digo a un abismo, pero sí a detenernos para no llegar al punto de querer aventarnos por el precipicio. El regreso de la banda es interesante y contundente. Además, estamos tocando mejor”.
“Lo bueno de lo nuevo es que ya conocemos las capacidades de cada quién y no estamos a las patadas para tratar de sacar lo mejor del otro, lo cual implica trabajar mucho más relajadamente que antes. Ahora todo lo resolvemos en un tono mucho más amable y el sonido actual refleja esa dinámica”, agregaba.

“Cuando hice A.L.I.A.S. me pisotearon diciendo: – Guey, suena a Resorte, frente a lo que yo decía, Carnal, lo siento, vengo de Resorte. Así y todo fue muy importante para mí estar solo empujando un proyecto. Por otro lado, nunca busqué hacer un disco como solista. Me hubiera sentido muy estúpido. Lo que hice fue invitar a otro cantante y yo participar. Con respecto a Resorte, sí estaba un poco resentido, pero luego me puse a ver para atrás y entendí que no quería echar por la borda todo lo que había logrado con mi banda y mucho menos hacerlo por pendejadas”, expresaba este músico talentoso, excelente persona, creativo, querido por todos, que ayer acaba de morir.
“Me acerqué a Charal, me acerqué al Queso, con Juan hablábamos, teníamos acercamientos con la mejor disposición y mejoramos mucho la comunicación entre nosotros”, concluía.
El rock mexicano está de luto extremo. Hace una semana se murió el cantante de Luzbel, Arturo Huízar, esta semana primero Óscar Chávez (aunque no era de rock siempre estuvo al lado) y Gustavo Limongi, “Tavo”, de Resorte. Recordaremos a todos, pero como bien dice el periodista Ismael Frausto, “siempre es triste publicar noticias de fallecimientos, pero cuando se trata de un brother, vaya que duele”.
UN RECUERDO DE LA UNIVERSIDAD
“Nos conocimos en la universidad. Nos separamos, nos reencontró el rock and roll. Desde aquellos lejanos tiempos de estudiantes, Gustavo Limongi tenía muy claro que su vida era la música.
Sí, iba a clases y se graduó, tal vez sólo por complacer a su madre, a quien adoraba.
“Jamás ejerceré el periodismo”, me dijo en alguna ocasión en el pasillo de la escuela.
Lo recuerdo con su larga melena de metalero. Eran los tiempos del glam y Gus -así le decíamos- caminaba por la entonces ENEP Acatlán con pantalón y chaleco de mezclilla, playera negra de alguna banda y tenis Converse.
Las conversaciones con él siempre giraban en torno a la música. Su casa se convirtió en nuestro refugio. Vivía muy cerca de la escuela y ahí se organizaban veladas eternas de música y cerveza.
Su banda de aquel tiempo, Branda, tocaba un hard rock poderoso y melódico. Le abrieron a Iron Maiden la primera vez que nos visitaron los británicos y el cantante cayó del escenario.
La mañana siguiente seguíamos festejando en casa de Tavo. “Me asomé a la pared de Marshall (los amplificadores de Maiden) para ver cómo los conectaban y ¿qué crees? ¡eran solo las cajas vacías!” me contó.
Terminamos la universidad y nos dejamos de ver. Un buen día escuché a una banda mexicana poderosísima que sonaban como nadie había logrado hacerlo en nuestro país.
El grupo se llamaba Resorte y cuando vi el video me dio muchísimo gusto.
Sí, ahí estaba Tavo.”
Tristeza profunda. También pertenezco a esa generación acatleca. Sé que todo mundo piensa que su generación universitaria es la más chingona. Pero esa 88-92 realmente echó chispas de genialidad. Muchas. Aplauso a Tavo hasta donde está. Y los mismos gritos desaforados de la primera vez que acompañamos a Branda al Rock stock.