“Cuando fui rechazada en ese espacio, ¿alguien pensó en todas las mujeres que han sido violadas o violentadas, que han abandonado el camino de la literatura porque hay agresores en el medio?”, se pregunta Lilia Pedroza, una escritora que también se indaga en las denuncias del #metoo, cuando pensamos en “los pobres machitos” denunciados, pero que “nadie piensa en las mujeres que vieron cortadas sus carreras literarias porque en el medio hay agresores”.
Ciudad de México, 2 de abril (MaremotoM).- Una chica abogada me dice, como si fuera una burla amarga, que todas aquellas que denuncian en las redes sociales “son chicas freelancers, que se no se preocupan demasiado por el trabajo”, que “México no ha cambiado”, que “las mujeres van a seguir por mucho tiempo sojuzgadas”.
La discusión viene, le digo que México está cambiando mucho, que esas chicas sean lo que sean, al menos han empezado la lucha. Que en este país, al menos una denuncia de la ONU, “al menos 6 de cada 10 mujeres mexicanas ha enfrentado un incidente de violencia. El 41,3 % de las mujeres ha sido víctima de violencia sexual y, en su forma más extrema, nueve mujeres son asesinadas al día”. Que por algo hay que empezar.
Ayer, el suicidio del escritor y músico Armando Vega-Gil lanzó a todos los opositores al #metoo con una furia espantosa. No importa si el 41,3 % de mujeres ha sido víctima de violencia sexual, un hombre se ha suicidado, un hombre público, querido, valorado, la culpa es de ellas.
Lamenté muchísimo el fallecimiento de Armando, era alguien “de mi grupo”, como también lamenté el hecho de que amigos míos, muy queridos, aparezcan denunciados en el #metoo y muchas cosas son lamentables en este mundo donde nos ha tocado vivir. Pero nunca como las mujeres que matan a mansalva, como la que también apareció ayer, que no era pública, que no era querida, ni valorada, Jenifer Sánchez Domínguez, estudiante del plantel Oriente que había sido reportada como desaparecida desde el pasado 20 de marzo.
Entre enero y febrero de 2019 se registraron 147 casos de feminicidio en todo el país. De estos, seis fueron reportados en la Ciudad de México, de acuerdo con cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
¿Qué hacer?
Cuando apareció el #metooescritoresmexicanos y #metooperiodistasmexicanos, al principio me resultó simpático. Pensaba que muchas muchachas que habían sido víctimas de explotación podían denunciar ahí y que, por supuesto, las denuncias deberían ser anónimas.

Luego, comencé a verme. ¿Quién de nosotras, las mujeres, podemos mirar para otro lado cuando las denuncias implican abusos no sólo sexuales sino el índice de un patriarcado feroz que existe en nuestras profesiones?
El periodismo es eso: un testimonio absoluto del patriarcado. El periodismo del mundo, además, aunque hay casos y casos. Pero en México, ¿qué te dice alguien cuando te aclara que el periodismo no es democrático, que el periodismo es la labor de un solo editor (que es él, por supuesto) y que no va a haber nada que él no controle? Un editor que hace el medio de acuerdo a su espejo y donde no entra nadie quien no lo admire y lo venere, ¿puede derivar en un acosador sexual? La respuesta es casi siempre sí. Al menos lo he vivido durante muchos años y en varios de los medios donde he trabajado. El #metoo, en ese caso, dejó de parecerme simpático y comencé a verlo necesario. ¿Qué pasa con el teatro, con la televisión, con la música, con la abogacía, con los restaurantes? Una amiga que va a hacer que su hija crezca en la Argentina, porque México le parece un país tan machista como el árabe (y es mexicana, por supuesto), me dice “que en todos esos casos el acosamiento deriva en violaciones tremendas, cuando no en muerte”. Pienso en esa muchacha que murió ahorcada por un periodista mexicano que hoy está acusado de feminicidio y está preso y pienso también en Argentina, un sitio que como España tiene récords de mujeres muertas.
Según una encuesta de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) a 400 comunicadoras de más de 50 países, el 48% de ellas dijo haber sufrido alguna forma de violencia de género en el trabajo, esto es casi una de cada dos mujeres. Otro estudio hecho por la International Women’s Media Foundation, realizado entre 2017 y 2018 entre 597 mujeres, reveló que el 63% ha sido amenazada o acosada en línea, el 58% en persona y el 26% de casos las periodistas sufrieron ataques físicos.
¿Qué piensas de este sistema del #metoo en las redes sociales? ¿Cambiará algo dentro de la lucha del feminismo?
Contesta Mariana Orantes, narradora, nació en 1986, escribió entre otras cosas La pulga de Satán (Tierra adentro). No tiene mucho perfil en redes sobre el feminismo, prefiere trabajar en las bases sociales. Redes de afecto, redes de apoyo, es lo que hace Mariana:
“Sí, para mí ha sido muy importante. A lo largo de nuestras vidas tenemos que lidiar con acusaciones falsas. Con putas, desde la escuela primaria. Si alguien nos está tachando de algo, ahora mismo con las redes sociales están todo el tiempo con el desprestigio de las mujeres”.

“Las acusaciones contra los escritores y los periodistas fue como atacar a un pilar; existen esos espacios donde se dan esas agresiones”.
“Ya están las denuncias, es un poco como el fuego, si no se alimentan se puede extinguir, pero a la vez también puede quemar. Hay que tener mucho cuidado con este tipo de movimientos y de cosas tan nuevas. No sabemos bien cómo manejarlos. Muchas hicieron las denuncias usando su nombre y apellido, poniéndose bajo reflectores que no siempre van a ser empáticos. Muchos están buscando además cómo desvirtuar este movimiento. El acoso tiene muchísimos matices”.
“Esperaría que este tipo de movimientos uniera al feminismo mexicano, que esté más allá de las rencillas personales. Siempre vamos a tener pequeñas diferencias, porque somos humanas, pero eso es lo que enriquece el movimiento”.
“En estos últimos 20 años, el feminismo ha avanzado muchísimo. En cinco años ha sido un avance tremendo. La visión de la literatura en la academia, los estudios de género se han vuelto súper importantes. Las mujeres, las niñas, que tengan necesidad de abortar lo hagan de una manera segura y como el Estado no puede garantizar eso, se han creado redes de apoyo. Hay que destacar mucho el trabajo de Dahlia De La Cerda. Cada vez hay más gente en las marchas y eso se me hace emocionante”.
Entrevista a Lilia Pedroza, autora de Historia secreta del cuento mexicano (UANL) y esto nos ha contestado:
“Nos sucede mucho a esta generación, incluso a las más jóvenes, aunque sean más conscientes del no al acoso o de ni una más, que comenzó hace 20 años con las asesinadas en Ciudad Juárez. Estamos normalizando una violencia que tiene forma de opresión en nuestras casas, en nuestros trabajos, en nuestros centros de estudio.
¿Cuándo se denuncia las cosas son así o no? ¿Qué pasa si la denuncia es falsa?
–Yo creo que ninguna mujer denuncia porque le gusta estar expuesta ante todos que una fue violentada o agredida. Ninguna quisiera estar en ese lugar. ¿Qué vamos a hacer con todas esas denuncias? He sido acosada, he sido agredida, por escritores y he denunciado a los responsables de esas áreas y en lugar de ser apoyada en esa denuncia, he sido rechazada de esos espacios y luego he sido vetada. ¿Qué haces? En realidad no pasa nada cuando das la cara y denuncias, estamos dentro de un clima macabro donde las mujeres somos las pecadoras. Nuestras voces no son tomadas o no tienen ninguna fuerza o frente a los hombres que nos han agredido. O frente a las mujeres machistas que han solapado las agresiones de los hombres contra nosotros. Es un proceso en el que todos y todas estamos entrando. Muchas son denuncias de gente que conocemos, de amigos que queremos, de hermanos, de padre, esto es un estado de guerra. Una de las peores cosas que pueden ocurrir es cuando nos mezclamos los buenos con los malos, las víctimas con los victimarios.
–¿Adónde van a ir a parar las denuncias?
–Tiene que haber una justicia social, en el Ministerio Público, además, hay muchas trabas para una denuncia semejante, por lo menos debe haber una denuncia social y una responsabilidad social de cada uno. Yo no sé qué vayan a hacer las editoriales o el gobierno, qué se están planteando con esto que está sucediendo, qué van a hacer las mesas del FONCA, cómo Marina Bespalova a pronunciarse sobre esto, pero esto es lo que estamos viviendo nosotras, las mujeres. Cuando fui rechazada en ese espacio, ¿alguien pensó en todas las mujeres que han sido violadas o violentadas, que han abandonado el camino de la literatura porque hay agresores en el medio? Pensamos en los pobres machitos que han sido denunciados y pensamos qué pobres, vamos a truncar sus carreras, pero ¿quién piensa en las mujeres?
–¿Esto va a cambiar algo?
–Es el primer paso para el cambio. Qué vamos a hacer con toda esta información y cómo queremos vivir.