Hablar con Malva Flores, por otra parte, es tratar de expresarle lo mucho que me ha gustado su libro A ingrata línea quebrada (dos cuentos), editado por Literal, a pesar de que lo he leído como siempre leo los libros de poemas: abro el libro en cualquier página y así disfruto lo leído. Sin embargo, Malva dice que hay que leer el libro de corrido, porque para ella son dos cuentos y equivale a percibir la historia.
Ciudad de México, 18 de febrero (MaremotoM).- Hacer entrevistas en torno a la poesía es menos fácil que en la narrativa. O al menos me lo parece. ¿Qué preguntar sobre un verso específico, qué decir en torno a esa palabra esencial que revela un autor? Hablar con Malva Flores, por otra parte, es tratar de expresarle lo mucho que me ha gustado su libro A ingrata línea quebrada (dos cuentos), editado por Literal, a pesar de que lo he leído como siempre leo los libros de poemas: abro el libro en cualquier página y así disfruto lo leído. Sin embargo, Malva dice que hay que leer el libro de corrido, porque para ella son dos cuentos y equivale a percibir la historia. Por un lado la enfermedad de Alzheimer de su padre, que era una persona muy importante para ella y por el otro la carencia de palabra, cuando queda poco para expresar.
Malva Flores nació en la Ciudad de México, el 12 de septiembre de 1961. Ensayista, narradora y poeta. Premio Nacional de Poesía Joven de México Elías Nandino, 1991. Premio Nacional de Poesía Aguascalientes, 1999, por Casa nómada. Premio de Ensayo Literario José Revueltas, 2006, por El ocaso de los poetas intelectuales.
Leeré el poemario según instrucciones de su autora, que ahora, a raíz de la muerte de su padre ha escrito una novela por impulso, pero ese es otro tema.

–¿Qué sentido tiene escribir poesía para usted?
–Respirar, porque todo me parece tan oscuro y tan feo que la única forma de encontrar una propia respiración es a través de la poesía.
–Usted pone dos cuentos en el título
–Para mí sí son cuentos. Sé que cuando uno abre un libro de poesía empieza a leer un poema y abre 10 hojas más adelante y lee otro poema, pero lo que yo quería era que leyeran todo el libro seguido. Tienen una intención narrativa. Existen personajes que están todo el tiempo ahí, viven un desarrollo, escritos en poesía.

–¿No hay esplendor ni símbolo en la poesía actual?
–Pienso que sí, que no hay, que lo hemos quebrado. Creo que ha habido una gran reunión entre poetas mexicanos con argentinos y chilenos. Eso ha modificado un poco la manera tradicional de la poesía mexicana, pero no me refiero a ese esplendor, sino al esplendor de la poesía como un cuerpo brillante, como algo que nos supera a nosotros, eso ya no existe. Ya no tenemos la posibilidad de esa aspiración y nos queda algo rastrero.
–Hay circunstancias que tienen que ver con la poesía pero no son poesía en sí misma, estos novelistas que cada tanto escriben un libro de poesía, esta gente que dice: yo empecé a escribir poemas…me parece que hay una cosa desvirtuada de la poesía
–Yo también lo creo así. No porque uno no pueda escribir otros géneros, pero me parece que la poesía te obliga a una concreción mayor y al mismo a una especie de transparencia por las palabras. Y amor por las palabras, no es que los narradores no lo tengan. De hecho, acabo de escribir una novela, lo hice en un momento de desesperación y me di cuenta de que sólo a través de la novela podía contar lo que quería. Es importante para mí la capacidad sintética de la poesía que nos permite que tengas distintas interpretaciones del mundo y que miremos el mundo de otra manera.
–Por otro lado también los poetas no están embarrados con el tema de la literatura, se cuecen aparte
–Esto es cierto. Hay una distinción muy grande entre las capacidades de fama de un poeta y de un narrador. Eso a la poesía le viene bien.
–Estaba leyendo la primera novela de León Plascencia, alguien a quien admiro mucho poeta y encontraba ahí también al poeta…
–No sé si el poeta es más importante que el narrador, siempre se ha dicho así, a los narradores les debe dar mucha risa, pero no es una cuestión de quién es mejor, sino de qué género se adapta más para decir lo que uno quiere decir y se pueda tener distintas interpretaciones.

–Anoche miraba un documental de Hilda Hilst y ese encontrar la palabra esencial todo el tiempo, va llevando a que uno escriba poesía más allá del género
–Es verdad. Es un trabajo laborioso con la palabra y con la música. Para mí es muy importante la música de los versos. Algo que por cierto se ha perdido en la poesía mexicana contemporánea. Ya no se tiene esa necesidad de que la poesía cante. Para mí es esencial. Se buscan no sólo palabras, sino también ritmo.
–¿Cómo empezó este libro y qué dice de Literal, una editorial que está embobada con este libro?
–Me da mucho gusto que Rose Mary Salum haya querido publicar este libro. Es un libro en dos partes. Son dos experiencias con los desórdenes mentales. El primero tiene que ver con la relación mía con mi padre que tenía Alzheimer, a raíz de un viaje que hice y tuve que dejarlo solo. El segundo tiene que ver más con una experiencia personal de sentir que el mundo no me era satisfactorio. La única manera de que el mundo volviera a ser satisfactorio era quemándolo todo y volver a empezar de cero. Es un poema donde aparece un personaje dividido en tres, que son la misma persona y que intentan destruir una fábrica de relojes para destruir el tiempo y comenzar todo de nuevo.
–¿Comenzar todo de nuevo también no tiene que ver con el Alzheimer?
–Sí, claro, también. Esas dos experiencias me llevaron a escribir este libro. Literal se está convirtiendo en una editorial que busca publicar trabajos especiales, que no son los que vemos. Hay un cuidado en su catálogo y por supuesto, me encantan los libros de Literal.