Ellos y ellas sí que no le temen a Dios, a los retenes policíacos, a los vigilantes drones o al contagio del coronavirus. Allá esas personas y sus decisiones. Ni para qué dedicarles unas líneas, sería darle importancia a la estupidez humana.
Mérida, Yucatán, 12 de abril de 2020 (MaremotoM). – Enfrento la página en blanco. Siempre me aterra. Ahí está prístina, me mira inmaculada, socarrona y rebelde, negada a las letras. La observo. Sé que en algún momento las ideas empezarán a fluir, correrán sin mayores obstáculos para que escriba la colaboración de cada semana. Esta vez son tantas las cosas y tan poco el tiempo en el que han ocurrido, que ya nada es importante. Parece que hablar es un acto sin sustancia, banal, torpe, redundante, sin sentido. Estoy seguro de que palabra a palabra ganaré territorio a ese vacío. No encuentro sobre qué escribir y hasta eso resulta poco novedoso, como si a nadie le hubiera pasado. ¡Por favor, qué poco original me he vuelto! Y permanece en blanco la página.
Hago un primer intento por socavar la nada: Esa noticia de la BBC-Mundo en la que explican cómo han controlado la pandemia de Covid-19 en Islandia se ve interesante, me digo. Puedo hacer una reflexión acerca de todas las características demográficas, geográficas y políticas de esa nación, que por sus grandes diferencias con México pues nomás no aplican. Le doy la vuelta y quizá lo que valdría destacar es que las decisiones las tomaron con base en información científica y dejaron en segundo plano las reyertas de políticos. Sería buen tema, claro, si mi experiencia en geopolítica y asuntos internacionales o sistemas comparados fuera basta y suficiente. Lo descarto. Ese caso de éxito en un país aislado y con una población de 360 mil personas, mejor que lo aborden otros.

Continuo la búsqueda. A mediados de semana, el diario La Verdad hizo viral una nota. Decía el titular: “¡Insólito!: Piden en Yucatán garantizar el abasto de cerveza”. La Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) declaró que esa vital bebida resulta artículo de primera necesidad durante la cuarentena, porque su desabasto incrementará la tensión familiar, además de que las temperaturas que rebasan los 40 grados demandan tomarse una refrescante cheve. Bueno, la respuesta del gobierno estatal fue contundente y brutal: decretaron ley seca todo abril, hasta el Día del Niño. Tomen su mamila. En contraste, la Sagarpa mandó un oficio para que las cerveceras consideran reactivar la producción y distribución de sus productos. Entonces, el asunto ya se volvió de políticas gubernamentales, porque el subsecretario López-Gatell dijo que no puede ser eso de la venta de alcohol durante el aislamiento. Es una confusión total. ¿Qué voy a escribir sobre eso?
Los funcionarios siempre dan de qué hablar. Quizá eso estaría bien. En la sección “Coronavirus” de El Heraldo de México, el hombre del momento Hugo López-Gatell reveló que de chavo le entraba duro a la música y que fundó con sus compinches del Colegio Madrid la banda Cantera, y qué bien, porque luego sus integrantes siguieron en el negocio como miembros de Santa Sabina y La Gusana Ciega, mientras que él tomó el rumbo de la medicina y la ciencia. ¡Esa sí es una nota de color!, más de eso necesitamos entre tantas malas noticias que se hacen virales. Como esa otra nota en la que el mismísimo López-Gatell deja entrever, en videoconferencia, que el aislamiento podría prolongarse toda vez que no hemos logrado aplanar la curva o lo que eso signifique. Mejor desisto de tundirle a las teclas con esto. ¿Qué caso tiene hablar sobre banalidades musicales o videos viralizados que sólo desalientan? Tiro la toalla.
Al fin, estamos en Semana Santa, nadie trabaja por respeto a la tradición. Y como tradición que es, gran cantidad de habitantes de la Hermana República decidieron irse a pasar los días al puerto, visitar sus casas de playa o hacer su pasadía frente al mar. Irresponsables, que les dicen. Así lo consignan el portal Yucatán Ahora y, otra vez, El Heraldo de México. Cientos de personas tomaron carretera y se largaron a Progreso, Sisal, Chuburná, Celestún y otros destinos para vacacionistas. Ellos y ellas sí que no le temen a Dios, a los retenes policíacos, a los vigilantes drones o al contagio del coronavirus. Allá esas personas y sus decisiones. Ni para qué dedicarles unas líneas, sería darle importancia a la estupidez humana.
Hoy se me hace imposible vencer la página en blanco. Aquí sigo sin atinarle a qué escribir. Ya vendrán las musas, ya vendrán, repito como mantra. Ya lo dijo Pablo Picasso: “Espero que cuando llegue la inspiración me encuentre trabajando”.