Blackbird estrena el 9 de agosto: un texto de David Harrower
Ahora dirige su tercera obra de teatro, Blackbird, de David Harrower, un texto sumamente polémico y que ya tiene una película, Una, con Rooney Mara y Ben Mendelsohn.
Ciudad de México, 1 de agosto (MaremotoM).- Katina Medina Mora quiere contar sus historias en imágenes. Es directora de teatro, es directora de cine y desde hace tiempo viene luchando para poner a debate todos sus puntos de vista en torno a las relaciones humanas.
Hizo su primer largometraje LuTo, una historia escrita por ella misma, que se filmó en 15 días y con muy bajo presupuesto, fue seleccionado en el Festival de Cine de Los Cabos y ganó un premio de distribución digital.
Su segundo largometraje Sabrás qué hacer conmigo participó también en el Festival de Cine de Los Cabos en la sección Work in Progress en donde ganó el premio Fox+ y fue candidata a los premios Diosas de Plata en las categorías de Mejor Película, Mejor Guion, Mejor Dirección y Mejores Actrices. Actualmente se pasa por Netflix.
El guion de su tercer largometraje, La manzana de Adán, que se encuentra en desarrollo, participó en el taller de Sundance México organizado por Bertha Navarro y será filmada en Nueva York y México.
Ahora dirige su tercera obra de teatro, Blackbird, de David Harrower, un texto sumamente polémico y que ya tiene una película, Una, con Rooney Mara y Ben Mendelsohn.
Los actores son Alejandro Calva y Casandra Ciangherotti y la obra transcurrirá en la Gruta del Teatro Helénico, a partir del 9 de agosto.
–¿Conociste el texto primero? ¿Cómo te conectaste con la obra?
–Yo estaba queriendo hablar del tema, del abuso, buscando novelas, me topé con este texto. Era un texto que se había puesto en Broadway hace algunos años. Alguien tenía los derechos aquí, pero no la produjeron. Me llamó muchísimo la atención, el autor no demoniza y humaniza a los dos personajes. No es un texto en blanco y negro. La audiencia tiene que tomar su propio partido. Al final, lo normal es estar del lado de ella, pero al principio no tiene esa disyuntiva.

–El tema del abuso nunca podemos estar de los dos lados…es un texto polémico
–Sí. Muy polémico, porque hay momentos en que te compadeces de él y otros en los que dices que la deje en paz. Él paga una condena, es un punto muy importante a lo que uno siente. Si ya pagó tendría que dejarlo en paz, ¿o es una culpa tan fuerte que merecería una condena de por vida? Surgen todas estas preguntas. Si no hubiera pagado, sería mucho más fácil para el espectador que tendría que estar en la cárcel.
–¿Qué cosas ves tú para presentarlo en México?
–Estamos en un punto donde tendríamos que poder hablar de eso. Lo separo mucho con el abuso en general. Una cosa es el abuso infantil y eso no debería ser un tabú, tendríamos que poder ponerlo en la mesa. Necesitan los padres de familia saber las estadísticas y poder estar con los ojos abiertos. Más de un 70 % de los casos surge con gente cercana que los niños quieren y que incluso la familia quiere. Se tiene que saber que eso sucede en todas las clases sociales. Sí nos hemos topado con pedir ayuda para los patrocinios que el tema sigue siendo tabú, no se quieren relacionar con el tema, lo que me parece brutal porque entre más abiertos seamos y más lo podamos hablar los niños van a tener más información. Me parece vital eso, para poder evitar casos, porque también está comprobado que los abusadores usan primero una etapa de manipulación o para saber si el niño guardará el secreto. Ya son acciones que a los niños los incomoda, si los padres de familia están atentos a ciertos cambios de personalidad, podríamos evitar que el abuso suceda, que es cuando marca y cambia la vida de alguien.
–Hace poco salió una novela de David Foenkinos, Hacia la belleza, donde la abusada termina suicidándose, porque no lo puede hablar en ningún momento
–Me manejo por una línea muy delgada y está comprobado también que los niños se lo callan por mucho tiempo. Si un niño lo sufre y lo habla luego luego va a poder salir del trauma mucho más rápido. A la hora de ser alguien cercano, el niño no quiere romper con dinámicas familiares. A veces incluso es el padre. Los niños no tienen las herramientas para entender qué les pasa. Si ves el documental de Michael Jackson te das cuenta de que los niños no entendían qué era el abuso. Lo entienden ya de adultos, cuando ya es una cicatriz que los quiebra.

–¿Cómo elegiste los actores?
–Fue todo un proceso. Es una obra que no es tan comercial y necesitábamos a un teatro que tuviera a un público ya cautivo. Que estuviera en un buen lugar y La Gruta es lo mejor que nos pudo pasar. Este es un caramelo para cualquier actor, está llena de capas, los personajes pasan por muchos lugares, hay una confusión en ellos entre esta historia de amor que transcurre en la oscuridad, pero no deja de ser una historia de amor. Los personajes creen que estuvieron enamorados y tanto Alejandro como Casandra estuvieron muy dispuestos en los ensayos en entrarle hasta el fondo, en poder probar cosas. La obra está llena de recovecos y todavía seguimos descubriendo cosas.
–¿Qué diferencia hay entre producir y dirigir una obra de teatro y una película?
–Es otro monstruo. Hay una parte hermosa de poder clavarte con los actores y es lo que más me gusta. No tienes el tiempo que tiene el teatro y en el cine hay mucho control. El teatro es mucho más largo y te da oportunidad de descubrir muchas cosas antes de estrenar. En el cine tienes un día de rodaje en esa locación y lo que encontraste ese día es lo que te queda en la película. Tiene sus diferencias, pero lo que sí creo que está en común es cómo dirigir a los actores, tal como quieres retratar las cosas. El teatro fue mi primer amor antes del cine, al final estudié cine y me gustan las dos cosas. Me da más ansiedad el teatro, hay que soltar y es todo un aprendizaje, pero también hay una cosa que te mueve adentro y tocando un tema como este, que también es personal, te da una catarsis increíble.

–Tanto Casandra como Alejandro llevan la obra hacia donde ellos quieren
–Sí, finalmente es confiar en que todo lo que hablas y las directrices que vas a dar estén en la obra. Pero además ese texto, esos personajes, es impresionante cómo se trata de un ping pong. Si le tiras bien la pelota, el otro responde. Está siendo interesante darnos cuenta de esto, donde los dos actores tienen que escucharse y responderse. Casandra y Alejandro tienen una relación de hace años y ha sido importante para la obra tener esa confianza y ese respeto entre ellos.
–¿Cómo te sientes llevando a cabo esta tarea en México?
–Yo me siento muy afortunada de poder hacerlo. No ha sido un camino tan fácil, pero sí he tenido mucho apoyo alrededor para poder levantar este proyecto. También existen frustraciones con otros proyectos difíciles de sacarlos adelante. Para mí ha sido muy rico poder brincar del cine al teatro y poder hacer las dos cosas, que me parece una fortuna.