Son Días de combate, Cosa fácil, Algunas nubes, No habrá final feliz, Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia, Amorosos fantasmas…que Paco se ríe pícaramente cuando le decimos es que si en su inmensa trayectoria (con más de 70 libros en distintos géneros) estas grandes novelas policíacas no repercutieron en él como en una especie de evasión.
Ciudad de México, 23 de julio (MaremotoM)- “Me metí a detective porque no me gustaba el color que mi mujer quería para la alfombra, el diploma me lo dieron por trescientos pesos y nunca leí novelas en inglés”, se presentaba Jorge Belascoarán y gracias a lo cual el autor Paco Ignacio Taibo II (1949) publicó ya 10 libros, que ahora editorial Planeta edita en una gran colección denominada La Negra.
Son Días de combate, Cosa fácil, Algunas nubes, No habrá final feliz, Regreso a la misma ciudad y bajo la lluvia, Amorosos fantasmas…que Paco se ríe pícaramente cuando le decimos es que si en su inmensa trayectoria (con más de 70 libros en distintos géneros) estas grandes novelas policíacas no repercutieron en él como en una especie de evasión.
Le preguntamos también qué significa “la posteridad”, teniendo en cuenta que esta colección de Planeta es porque lo piden las nuevas generaciones y cuando por ejemplo en Argentina está olvidado el escritor Osvaldo Soriano.
“Hay que recuperarlo, No habrá más penas ni olvido es una novela genial”, asegura Taibo, un escritor al que se lo “acusa” de haber renovado el género policial en México, que hoy es leído en ese género por muchísimas mujeres y que ha colocado al detective Beloascarán en la Lagunilla, compartiendo despacho con un plomero, un verdadero protagonista de novela gráfica. “Había un dibujante francés que estaba haciendo a Beloascarán, pero luego no lo terminó. Quizás alguna cosa lo saque a Belascoarán de los libros, pero no puedo decir nada por contrato”, expresa.

Paco Ignacio Taibo (II) ha merecido tres veces el Premio Internacional Dashiell Hammett a la mejor novela policíaca, el premio francés 813 a la mejor novela negra extranjera publicada en Francia y ahora ya tiene su colección con 10 libros. Lejos quedaron aquellos días de 1976, cuando apareció por primera Días de Combate.
–Me parece que con esta serie de Héctor Belascoarán has recibido más premios afuera que en México, ¿es así?
–(risas) Quién sabe. Tengo que pensarlo, pero tal vez sea cierto. Eso sí, he tenido premios exóticos, como el autor más leído en una estación de esquí, en Noruega. O el premio francés 813 y recibí tres Dashiell Hammett…
–Acaba de salir una encuesta que dicen que las mujeres mexicanas leen sobre todo novela negra
–Acabo de leer también la encuesta y también me resultó llamativa. Me lo esperaba, porque hay muchos nichos de lectura que estamos descubriendo. Vivimos mucho en la calle, en las ferias, en los tendidos con la gente…por ejemplo el contacto con 200 maestras de Oaxaca que estaban leyendo literatura y que buena parte de ellas leía novela policial me desconcertó un poco…Hay una generación de lectores tanto jóvenes como recuperados y en las colas que tienes en la calle para firmar libros hay niña y niño. Hay otros autores que sólo tienen niñas y otros autores que sólo tienen niños, bueno yo, parejito.
–¿Cómo ves el sentido de la posteridad y en el hecho de que te lean varias generaciones?
–(risas) ¡Ay! En teoría la vocación maravillosa de un escritor es poder mandarles mensajes a tus congéneres, a tus viejos sesentayocheros que están ahí, a los luchadores que siempre están leyendo, pero también contar a unos pequeños y peludos que tienen una enorme energía. ¿Qué lectores aspiras a conquistar en este nuevo baile de las novelas de Belascoarán? Mi ideal, los jóvenes chilenos, los jóvenes argentinos que mantuvieron la hipercrítica al neoliberalismo, con los que además cuando hablo con ellos sintonizo a gran velocidad. Quizás porque soy irreverente y desenfadado y porque Belascoarán lo es más todavía. Es lo inesperado, la anti-tradición de un detective.
–Está muy bien tener a las novelas todas juntas…hablando precisamente de Argentina, Osvaldo Soriano es un autor prácticamente olvidado
–Hay que recuperarlo. Hay un problema eterno en la literatura, que a veces se producen saltos mortales generacionales. Te cuento uno, mi generación leyó las novelas de John Dos Passos y los que tienen 10 años o 20 menos que yo, no saben quién es John Dos Passos. El autor se perdió por más de 40 años. Hay que recuperarlo. No ha envejecido. No es un clásico para hacer una tarea en la escuela, ni madre, es un novelista lleno de fuerza y de vigor. En el policíaco es menos débil, los autores se mantienen, no se desvanecen. Lo que sí se desvanece es la literatura clásica, de Agatha Christie, de Harry Mason, desaparecen por intrascendentes, pero la literatura policial se sostiene con bastante más fuerza que con otros géneros. El salto mortal generacional es de todas maneras extrañísimo, tienes que salir a rescatar a los autores. Osvaldo Soriano hay que recuperarlo no sólo en la Argentina. No habrá más penas ni olvido es un novelón.
–Hablando de Belascoarán, este hombre que comparte despacho con un plomero en la Lagunilla, es un gran personaje de novela gráfica, ¿hay algún proyecto para presentar el detective en otros productos?
–Hubo un dibujante francés que estaba trabajando una adaptación, pero no la terminó. Hay otro proyecto del que no puedo hablar para que Belascoarán cambie de género.
–¿Netflix?
–Sin comentario. El contrato que firmé me dice que no puedo hablar de nada.
–¿Qué sientes con la serie La Negra, a veces creo que escribes novelas policiales un poco para irte de la realidad?
–Esa es una teoría con la que me encanta entrar en debate… Cuando yo tenía 15 años, los marxistas neardenthales con los que militaba, los viejos, decían ¿qué están leyendo? ¡Están leyendo fantasías! Leen western, policiales, eso es literatura de evasión. Nosotros que éramos rudos y que veníamos del movimiento del ’68 y que no teníamos que pedirle permiso a nadie para leer lo que quisiéramos les contestábamos. Y le decíamos: No, mira compadre, no entiendes nada porque te formaste en el estalinismo y todo es funcional, todo es pedagógico, para ti. La evasión es cuando alguien se escapa de una cárcel y eso es la libertad. Los dejábamos medio secos porque cuesta trabajo discutir un argumento tan obvio como ese. La llamada literatura de evasión es una literatura de fuga a la ficción y el regreso. Nunca te terminas de fugar del todo. Lees Robinson Crusoe y abominas de la idea de la isla desierta cuando vuelves a la realidad. Lees El conde de Montecristo y es la venganza contra los que destruyeron la vida, lees Robin Hood y es mucho más honesto robar un banco que fundar un banco. La llamada literatura de evasión es una literatura formativa para todos nosotros.
–Con la pandemia donde vienen tantas voces encontradas, me parece muy recomendable estas novelas policiales
–¿Ves? ¡Tú lo dices, no lo tuve que decir yo! Mi literatura es muy abierta, leo poesía, nuevo periodismo, historia, fantasía y hasta leo mangas. El Fondo de Cultura Económica lo dirige un señor que lee mangas, así es. El policíaco tiene una vitalidad inmensa. Te lleva frente a los dilemas claves de qué, cuándo, cómo, pero también analiza la sociedad y cuáles son las condiciones sociales. Te plantea los debates éticos. Al fin y al cabo, por más que uno lo intente y quiera ser muy realista, es una literatura que tiene luz al final del túnel.
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–Muchos te acusan de que eres el inventor de la literatura policial, ¿es así?
–Hubo un momento en que el policial mexicano era yo, las tres cuartas partes y los otros narradores, una cuarta parte. Por número de novelas publicadas. El género es de todos, están Rafael Heredia, Élmer Mendoza, BEF, Imanol Caneyada. Yo soy referente, soy más viejo y tengo muchos libros publicados. Simenon tiene 70 novelas de Maigret y nadie lo acusa de nada.
–¿Cómo ves la próxima realización del Quinto Festival de Novela Negra?
–He estado en dos de las ediciones. Va a estar sacrificado por el tema de la virtualidad, pero sigue siendo un espacio de encuentro y de debates. Hay muchas mujeres, no tantas como debiera. Últimamente he estado leyendo a dos argentinas que me gustan mucho cómo escriben novela policial. Una es Liliana Escliar y la otra es Gabriela Cabezón, que me parece una “destroyer” absoluta, de línea dura.