Algo así me pasa con Gabriel Rolón (Buenos Aires, 1961) que defendiendo su nuevo libro El precio de la pasión (Paidós) se pone frente al zoom con una calidez extraordinaria. Pero me contengo y le digo que su libro me ha hecho acordar a Juan David Nasio, el gran psicoanalista argentino que vive hace muchos años en Francia y que saca unos trabajos geniales, que a muchos nos han ayudado a seguir adelante.
Ciudad de México, 16 de octubre (MaremotoM).- Entrevistar a un psicoanalista es como tener a un médico en una fiesta y contarle todos los dolores, habidos y por haber, que han signado a nuestra familia.
Algo así me pasa con Gabriel Rolón (Buenos Aires, 1961) que defendiendo su nuevo libro El precio de la pasión (Paidós) se pone frente al zoom con una calidez extraordinaria.
Pero me contengo y le digo que su libro me ha hecho acordar a Juan David Nasio, el gran psicoanalista argentino que vive hace muchos años en Francia y que saca unos trabajos geniales, que a muchos nos han ayudado a seguir adelante.
Claro que su libro y obvio los de Nasio no son de autoayuda, sino de reflexión.

“La pasión no es simplemente eso que, derivado del amor, arde en nosotros, hay un abismo dentro de ese concepto. Es capaz de generarnos efectos arrasadores y llevarnos a partir del placer, hasta el sufrimiento”, dice la contraportada y Gabriel Rolón apunta:
“Eso que llamamos “Yo” cada vez que hablamos de nosotros, contiene nuestra memoria consciente e inconsciente, las herencias emocionales que nos aguardaban aún antes de que naciéramos, las huellas que nos ha dejado la infancia, y los miedos y deseos que hoy nos condicionan, alientan y definen. La pasión es una energía que nos impulsa a ir en busca de algo que deseamos: un ideal, un amor, o una vocación. Pero también es posible que nos arrastre hacia la búsqueda desmedida del poder, la lujuria”.
El precio de la pasión es una selección de relatos, el diván del consultorio de Rolón es el escenario donde se va desarrollando el análisis sentimental de mujeres y hombres, además de recorrer la historia de las emociones de la mano de personajes como Octavio Paz, Mark Twain, Afrodita, Compte-Sponville, Dionisio, Schopenhauer, Nietszche, entre otros.
Gabriel Rolón nació en Buenos Aires en 1961. Cursó sus estudios en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires. Se graduó e hizo su especialización en psicoanálisis, disciplina que difunde tanto desde su actividad académica como desde su intensa participación en los medios. En 2008 condujo sus propios espacios: Noche de diván, por Radio Mitre y Terapia (única sesión), por América TV. Fue orador en el Congreso Mundial de Psicoanálisis, en 2012, en la Ciudad de México; en 2013 dictó jornadas de formación psicoanalítica en la Universidad Pucrs, de Porto Alegre, Brasil y es invitado de manera asidua por universidades locales y extranjeras a participar en actividades y brindar seminarios de clínica psicoanalítica. Historias de diván (Planeta, 2007), su primer libro desde el psicoanálisis, fue un éxito de ventas sin precedentes en la Argentina y se editó en España, México y Brasil, fenómeno que se repitió en 2009 con su segundo libro, Palabras cruzadas (Planeta) y con la publicación en 2010 de Los padecientes (Emecé), su primera novela, traducida al francés, al portugués y al italiano.
–Recordé los libros de Juan David Nasio, esos libros que no son de autoayuda, pero que a muchos nos han ayudado a salir adelante
–Qué mimo y qué interesante comparación que me haces con Nasio. Nos conocemos bastante. Le he prologado algunos de sus libros en Argentina. Él me recibió en su casa de París, me llevó a conocer esos bares donde se encontraba con Lacan. Nasio le hace muy bien al psicoanálisis y creo que a la gente. No escribimos para el mercado de la autoayuda, pero sí son libros que apuntan al pensamiento. Un libro le hace bien al lector si lo ayuda a pensar. En El precio de la pasión hay una intertextualidad muy grande. Deambula mucho por la literatura de Octavio Paz. Me ha pasado en Argentina mucho, como hay una parte que el libro se basa en La doble llama, de Octavio Paz, que el libro se ha agotado después de leer El precio de la pasión. Ernesto Sábato decía que un buen libro era el que dejaba al lector distinto antes de que empezara a leer el libro.
–El precio de la pasión después de leerlo yo digo: ¡Estoy curada! Tanto que sufrí por la pasión y ahora me levanto y agradezco cada día, creo que eso es también pasión
–Por lo general tenemos la tentación de unir a la pasión con la sexualidad y con el amor. Solamente se juega en un encuentro sexual o amoroso. Pero la pasión es un impulso que te invita a transitar de un modo muy comprometido las cosas que haces. Uno puede tener pasión por su trabajo o por su patria. Si allí no se juega la pasión no sé dónde se juega. Tenemos que considerar a la pasión como una energía complicada, que se desmesura. La pasión nos lleva al límite y en ese límite a veces lo dispone la vida y a veces la muerte.
Antes de que se acuñara el crimen violencia de género, se hablaba de crímenes pasionales. Había algo en orden de lo pasional en el orden de lo desmesurado, pero esa pasión la había tomado la patología. Ese crimen se intentaba cubrir en orden de la pasión. Una persona que de verdad abre la ventana cada día y sale, en busca de su profesión de sus afectos, es una persona apasionada. Si bien una vida sin pasión no parece muy linda sin ser vivida, una vida llevada por delante por una pasión, también nos pueden llevar a destruir un destino. La experiencia de la pasión es límite y es riesgosa.
–¿Cuál es la pasión que hace tocar al violinista lisiado el violín sin una cuerda?
–Yo me quedé muy impresionado cuando leí este suceso de Itzhak Perlman. En primer lugar, por la pasión que lo llevó a ser uno de los cinco mejores violinistas del mundo. Eso es la pasión, cuando el mundo te dice que no es para ti. Es posible que no pueda hacerlo, pero lo voy a intentar. Una pasión al servicio de la vida. Creo que muchas veces en la vida hacemos cosas imposibles porque nos apoyamos en nuestras pasiones. Parece imposible matar a alguien y a veces nuestra pasión nos convierte en homicida. También parece imposible que te arruines la vida porque te dejó un amor, pero a veces la pasión te lleva a una melancolía que te destruye el destino. La pasión rompe el esquema de la mesura. Cuando uno hace algo maravilloso uno dice: Está loco, es un loco lindo. A veces la pasión te lleva a decir: es un loco peligroso.

–¿Qué parte de la desmesura nos lleva al amor cortés?
–El amor cortés fue esa experiencia que nació en aquella época provenzal. Donde se estableció una máxima que aún perdura: la vida vale menos que el amo y ligó el amor a la muerte. Viene alguien y te dice: ¿Darías la vida por mí? Nietzsche decía que cuando alguien nos decía que le diéramos la vida, en realidad está diciendo que le diéramos la muerte. El amor cortés se lleva por delante el amor propio. Es algo totalmente patológico. Yo sería capaz de cualquier cosa por ti, menos de dejar de amarme a mí. El límite de mi amor por ti, es el límite del amor a mí. La dignidad es algo serio.
–Sobre todo cuando uno es un amante indigno, más rechazado es
–Por supuesto. Es totalmente así. Alguien te dice que no te quiere y para recuperarlo te humillas, tanto así que el otro piensa que tenía motivos para dejarte. Si fuera al revés, quizás recuperarías el amor. Intentar la vida sin él, quizás lo vuelve a enamorar. Borges dice que si hay algo de lo que uno nunca se arrepentiría, es de haber sido valiente. Soportar con dignidad un rechazo amoroso es un acto de valentía.

–¿Qué papel ocupa el capitalismo? La pasión por el club, por esas cosas del consumo, es algo oneroso
–Es así. Vivimos en un mundo donde nuestras pasiones cuestan plata, para que formemos parte del mercado. Mexicanos y argentinos compartimos el amor por el futbol, pero nunca pude entender cómo una persona puede apasionarse y ser tan feliz con algo que no tiene nada que ver. Yo defiendo el hecho de ser feliz con algo en lo que tenemos que ver. Cuando soy feliz por algo que hizo Messi, me parece que ahí la sociedad de consumo nos lleva a una actitud alienada. Yo no hice nada por esos logros. Tenemos que mantener una cierta cordura: las cosas que nos hacen felices en la vida tienen que ver con nosotros. La riqueza de una vida es ser amada, tener una profesión en la que uno es reconocido, vivir experiencias en donde uno esté involucrado.
–Es muy caro el psicoanálisis
–Yo creo que todos tenemos derecho a la salud psíquica. En la Argentina hay mucha salud pública que funciona a nivel de psicoanálisis y de psicoterapia. También los psicoanalistas se deben adaptar al sistema en el que viven. Yo podría decir que como solo tengo lugar para unas 40 personas, esas 40 personas que pueden pagar mucho existen. Pero no es así. Yo he estudiado en la Universidad Pública y algo tengo que devolver a la sociedad. Mis honorarios tienen que estar al alcance de los que me necesiten. La salud mental tiene que estar al alcance de la gente. El psicoanálisis no es un lujo.
–¿Cómo va con la pandemia?
–Yo tuve una relación de bastante amabilidad con la pandemia. Sigo atendiendo a muchos pacientes. He perdido muchas cosas. Tenía planificado una temporada de encuentros teatrales con la gente y eso se ha caído. Tengo una hija embarazada a la que todavía no he podido darle un abrazo. Esta pandemia nos ha quitado mucho a todos. La humanidad está en duelo.
–La última pregunta es sobre su amistad con Alejandro Dolina…
–Cuando dejé el programa de Alejandro Dolina luego de 15 años de estar con él, fue por razones horarias. Dormía cuatro horas. Empezaba a tener unos sueños personales que se alejaban un poco del programa. Pasamos las navidades juntos, nos llamamos por teléfono, tengo esa maravillosa experiencia, casi un milagro, de haberme hecho amigo de alguien que he admirado mucho. Soy parte de sus afectos, de su familia y él es un pensador que ha marcado casi toda mi carrera.