Cuernavaca

La suerte de vivir en Cuernavaca: En la Ciudad de la Eterna Primavera

Cuernavaca, 13 de mayo (MaremotoM).-  “En Cuernavaca viven los políticos, los narcos o los que tienen mucha suerte”, recuerdo que comentó el conductor de un auto en el que viajaba desde la Ciudad de México hacia la Ciudad de la Eterna Primavera, Cuernavaca. Respondí que yo soy de los últimos mencionados y luego le hice saber que precisamente esa mañana habían asesinado en la puerta de su casa al activista Samir Flores, en Amilcingo, en el municipio Temoac, a una hora de donde conversábamos los que íbamos a bordo de ese coche que lo seleccionamos mediante la aplicación llamada Blablacar; hay básicamente tres opciones si no tienes auto particular para ir y venir de Cuernavaca a la Ciudad de México y viceversa: la más cara es en camión, 150 pesos, el “Club del Rait,” la más barata, tomas los autos en la glorieta de “la Paloma” por 40 pesos y esta aplicación que los traslados rondan los 80 pesos y sabes quién es el conductor y éste sabe quién eres tú, ya que califican tu trato en los viajes que hayas hecho anteriormente.

Desde agosto de 2018 vivo en esta ciudad infernal por su calor y sus insectos. Varias razones me trajeron aquí y no tiene sentido contarlo ahora. De las cosas curiosas de andar por acá es que el patio de mi casa, por ejemplo, tiene una puerta que da literalmente hacia la autopista, podría abrirla y salir a caminar por los bordes de ella, pero no tengo la llave. Mejor así. Vivo como me dijo un amigo al platicarle esto: “en la maravillosa automarginación”. Más de algún conocido me recuerda que muy cerca está el puente donde amanecieron varios hombres colgados, por ahí del 2010. Más de uno me explica que en ese tiempo la vida de noche se acababa temprano por la pelea entre cárteles. Hoy tal vez pareciera que la Ciudad va de nuevo para allá (ojalá se equivoquen) por las noticias que comienzan a aparecer en los periódicos locales, cada vez más cruentas.

Los camiones en el centro de Cuernavaca dejan de pasar a las diez de la noche y tal vez estoy exagerando un poco, porque ya a las nueve varias rutas empiezan a escasear. Recomiendan no tomar taxis, aunque lo he hecho, lo que me ha permitido conocer a choferes muy amables, platicadores y hasta preocupados por apoyarte en situaciones complicadas como esa de viajar a la central camionera con el tiempo encima. Recuerdo incluso que el taxista me esperó a que me subiera al camión foráneo que me llevaría esa noche a Guadalajara, el taxista me saludó cuando me vio que habíamos tenido éxito en esta misión. El taxista sabía que no sería fácil encontrar un taxi seguro como ese que pedí en un sitio cercano a casa. Mis amigos me han insistido en que tenga la aplicación de Uber en mi celular pero éste no da para tanto.

De agosto de 2018 a mayo de 2019, el tema de la violencia había sido relativo, intermitente. Hace escasas semanas sacaron a la clientela del “Mercadito Comonfort”, un clúster de bares y antojitos en el centro histórico de Cuernavaca. Las decenas de jóvenes ahí reunidos los militares les pidieron que desalojaran el lugar. La razón la desconozco, pero me cuentan que esto mermó las ventas y la asistencia como era de esperarse. En otro momento las balaceras a restoranes y bares de los alrededores de la capital morelense han hecho que la gente “se guarde” en sus casas en pleno jueves en la noche o incluso viernes. No ha faltado que se escuchen balaceras a lo lejos en alguna de las noches de “esta ciudad oscura”, como me llegó a decir la señora que vende quesadillas de chales cerca de casa. Esto porque las calles de Cuernavaca suelen tener poca luz cuando el sol se oculta. “Tal vez el gobierno anda ahorrando”, bromea.

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El 8 de mayo Cuernavaca volvió a sufrir una violencia más directa y en la mañana, algunos me dicen que les recuerda un tanto lo que se vivió hace casi una década por la contienda entre grupo criminales. El tiroteo frente a Palacio de Gobierno del miércoles, en donde hubo muertos y personas heridas fueron producidos por un chico con el nombre de Maximiliano, quien fue directo a matar a Jesús García Rodríguez y a Roberto Castrejón, secretario general de la Sección 15 de la Confederación de México (CTM) Morelos y el hijo de Roberto Castrejón Campos, primer secretario general sustituto de la CTM, conocida acá como la Federación de Trabajadores de Morelos (FTM), cuando ahí mismo sucedía una conferencia de prensa con Gilberto Alcalá, el ex árbitro de futbol y ahora secretario de desarrollo social del estado.

Sucedió ahí donde días antes el Presidente de México Andrés Manuel López Obrador conmemoraba junto con el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo, el centenario del asesinato de Emiliano Zapata, frente al rechazo de parte de la familia del caudillo del sur por las decisiones tomadas mediante “una consulta” para construir una termoeléctrica en Huesca, que la población no quiere por el miedo a que su operación deje sin agua a sus comunidades y campesinos, además de las afectaciones al entorno ambiental, ya que no cumple con las normas internacionales de la utilización de energías de aprovechamiento de fuentes de energía renovable (hidráulica, eólica, solar, geotérmica y fotovoltaica) y en la operación de tecnologías limpias.

Hace prácticamente 8 años que asesinaron al hijo del poeta Javier Sicilia, recuerda Ciro Gómez Leyva en su noticiario de noche en televisión, en tiempos de la postelevisión. Recuerdo que fue un hecho que, al menos, a mí me conmovió viviendo en la Ciudad de México y me uní a la marcha que se convocó para exigir parar con la violencia exacerbada que se vivía en ese tiempo en México. Este 8 de mayo, Cuernavaca vuelve a ser noticia nacional y no parece que las cosas vayan a mejorar para adelante. Ya el gobernador de Morelos, el ex futbolista Cuauhtémoc Blanco  y el presidente municipal de Cuernavaca, Francisco Antonio Villalobos, solicitaron que esté la Guardia Nacional de López Obrador en el estado. Parecieran estos asesinatos un memorándum de más acciones y menos habladurías dirigidos al presidente que insiste en llevar al encono al país.

Mi próxima visita al centro de Cuernavaca, para reunirme con algunos amigos, será tocada por la balacera sucedida el 8 de mayo en ese mismo centro de esta hermosa ciudad, aunque es cierto, la vida tiene que continuar: la tiendita de la esquina tiene que seguir vendiendo igual que la de los OXXOS cercanos a casa, que ya fueron asaltados hace algunos meses. La vida de la gente no puede parar y tendrá que salir de casa con el temor de que tal vez no regrese esa noche. Ayer fue Cuernavaca pero mañana puede ser cualquier otra ciudad de este México sofocado por la violencia. Los fotógrafos y reporteros de nota roja lo saben y la gente de a pie también. ¡Todos lo sabemos! ¡También sabemos que la suerte está de nuestro lado viviendo en Cuernavaca!

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