MANUSCRITOS DE LA CIUDAD REPTIL

MANUSCRIPTOS DE LA CIUDAD REPTIL | Li Ziqi y la vacuna contra el coronavirus

Li Ziqi les podría demostrar –no con palabras o retórica, sino con acciones– de que somos una especie valiosa y digna de estar viva y habitar armónica y gentilmente este planeta u acaso otros (y no en condición de esclavos, sino libremente y de manera sustentable)… Bueno, esperemos que eso de la sustentabilidad fuera algo que quisieran averiguar o negociar los extraterrestres (especialmente si, además, valoraran tal actitud).

Ciudad de México, 9 de abril (MaremotoM).- Si unos extraterrestres descendieran de su nave y nos pidieran diplomáticamente el poder hablar con “nuestro líder”, muchos no sabrían con quién dirigirlos. Yo sí. No los mandaría con un político o empresario con relativo liderazgo o carisma; tampoco les presentaría a un científico, pontífice o a algún intelectual, por más abusado que pudiera ser. ¿Qué tipo de persona, a mi parecer, pudiera fungir como ideal –o al menos, cabal– representante de los terrícolas y de sus actividades fundamentales; alguien que no buscara imponer su ideología o condiciones y que, de paso, nos pudiera hacer sentir orgullosos? Yo optaría por conducir a los extraterrestres a que conocieran a alguien como la china Li Ziqi.

Li Ziqi les podría demostrar –no con palabras o retórica, sino con acciones– de que somos una especie valiosa y digna de estar viva y habitar armónica y gentilmente este planeta u acaso otros (y no en condición de esclavos, sino libremente y de manera sustentable)… Bueno, esperemos que eso de la sustentabilidad fuera algo que quisieran averiguar o negociar los extraterrestres (especialmente si, además, valoraran tal actitud).

MANUSCRITOS DE LA CIUDAD REPTIL
Los secretos de china Li Ziqi. Foto: Collage Alejandro Márquez

Li Ziqi es una video blogger china, una celebridad de internet a pesar de su entorno plenamente rural (vive en una granja en Pingwu, Mianyang, en la provincia de Sichuan). Sus videos, que transcurren apaciblemente en dicho paisaje bucólico, muestran la joyita que es: autosuficiente, ecológica, sustentable, creativa, paciente, disciplinada, puede hacer lo que quiera con ingredientes naturales, herramientas básicas y técnicas tradicionales que no requieren combustibles contaminantes o corporativos multinacionales. Lo más tecnológico de sus videos –que ella misma filmaba (con un tripié) y editaba, hasta poderse solventar un asistente– resulta ser la propia cámara y el internet por medio del cual nos da a conocer su maravilloso universo; pero el contenido de los videos, las actividades que desarrolla en ellos, no requieren dispositivos modernos ni ingredientes o materiales industrializados.

Un estuche de monerías –no se entienda esta frase de manera machista)–, la señorita Li Ziqi puede hacer estofados de todo tipo, bebidas, postres, mermeladas, pero también telas, pigmentos, ropa, zapatos, muebles, objetos, estructuras, obras hidráulicas, hornos, papel, pinceles, tinta, instrumentos musicales, artesanías, fragancias, ungüentos… De necesitarla, Li Ziqi se prepararía una vacuna para el COVID-19 con ingredientes de su entorno. Sabría qué mezclar para enjuagarse la garganta, salvar a su abuela y seguir con sus asuntos sin estropear el entorno.

Aquí muestro uno de los videos que particularmente llamó mi atención, en donde la chica prepara todos los materiales con los que realiza sus caligrafías y dibujos:

En un bosque de la China, la chinita se encontró

Menuda, relativamente joven pero atemporal como algunas orientales disciplinadas, comenzó a compartir sus videos en 2015, de manera discreta –como su persona– y, sin prisas pero sin pausas, cinco años después cuenta ya con millones de suscriptores (occidentales vía Youtube, pero aún más paisanos de ella a través de las regionales Weibo y Youkou). Ha inspirado, afortunadamente, a muchos “buscadores de fama digital” a expresarse con actividades manuales, “rústicas”, preindustriales, tradicionales, independientes de patentes, marcas o acciones bursátiles.

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Al parecer, la peligrosa burbuja digital permitió abrir un portal para redescubrir el mundo real. Muchos de sus seguidores, habitantes de grandes ciudades, encuentran alivio en sus videos, terapéuticas escenas idílicas que los tranquilizan y desestresan (aunque pocos estarían dispuestos a cambiar sus rutinas citadinas, por lo menos se relajan al comprobar que, si el sistema en el que corren falla o implosiona, existe una alternativa de vida autosuficiente –y de manera paradójica, lejanamente cercana y complicadamente simple– a la vorágine que implica el progreso moderno).

La historia de Li Ziqi ha sido algo peculiar. Sus padres se divorciaron cuando era pequeña y, al fallecer poco después su padre, tuvo que vivir con su madrastra, que la maltrataba. Hasta aquí suena un poco a onda Disney, pero en este caso la heroína no será salvada ni dependerá de un príncipe azul. La madrasta la terminaría arrojando –¿o Li escaparía en busca de refugio?– con sus abuelos, que vivían en un poblado en el campo; con carencias económicas, al menos pudo crecer en un entorno más agradable y, al parecer, más dulce. Para no sentirse una carga –y quizás por curiosidad–, abandonó la escuela a la edad de la punzada y se fue a buscar fortuna a la ciudad, en donde pasó hambres, se refugiaba donde podía (incluso en una cueva bajo un puente, según cuenta), tomó trabajos diversos (mesera, electricista… ¡hasta fue DJ en algunos clubs!). Por más vibrante que fuera la vida urbana –dijo Li– tan sólo se dedicaba a sobrevivir, hasta que, en 2012, su abuela fue diagnosticada con una enfermedad grave y ella optó por regresar al campo para asistirla.

Unos años más tarde, desde ese mismo entorno rural y aprovechando la riqueza de ese cúmulo de actividades que nos evidencian que “en el campo el tiempo rinde más”, empezó Li Ziqi a compartir videos sobre su quehacer no especializado pero multifacéticamente pleno, los cuales, según muchos, por su alcance han ayudado incluso a promover la cultura china tradicional mejor que cualquier organización gubernamental o agencia cultural o turística.

No sería de extrañar que un futuro le propongan a Li Ziqi volverse “embajadora cultural de la China tradicional”, o algo así. Recientemente la han invitado a múltiples programas televisivos, en donde la entrevistan, la cuestionan, la acosan (muchos chinos prefieren la imagen industrializada y tecnológicamente vanguardista del país, por lo que no todos sus paisanos son fans suyos).

En cambio, a los que sí valoramos sus dinámicas –muchos de nosotros occidentales, citadinos y sobrevivientes sin remedio alguno–, sólo nos queda esperar que Li Ziqi se mantenga íntegra para fungir como nuestra adalid ante la llegada de esos hipotéticos extraterrestres de los que hablábamos al principio de la columna. Porque, mientras su fama se siga expandiendo, esta idílica chinita tendrá que mantener su fortaleza y templanza y, además, cuidarse de que algún día la inviten a salir de fiesta las Kardashian.

(Si quiere usted profundizar de manera audiovisual la manera en que Li Ziqi rescata los asuntos importantes, aquí el enlace del canal de esta prodigiosa terrícola):

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