Ando por Internet buscando películas francesas, buscando películas coreanas antes que Bong Joon-ho, esas películas alemanas que a veces encuentro en YouTube, mal dobladas y con pésimo sonido, un poco para ampliar la mirada y para decir que por generación y por educación no es Estados Unidos el único país en donde veo las cosas que me forman.
Ciudad de México, 25 de febrero (MaremotoM).- Finalmente vi la serie Narcos, tantas veces recomendada; en principio hay que decir dos cosas absolutamente ostentosas. Por un lado la actuación de nuestros hombres: desde Diego Luna a Joaquín Cosío, desde Gerardo Taracena a Rodrigo Murray, José María Yázpik como Amado, esos rostros duros y a la vez vulnerables, como ese Rafael Caro Quintero, bordado con oro por ese actor inmenso que es Tenoch Huerta.
Pero por otro lado, hay que ver el guión y hay qué ver dónde estamos parados nosotros.
La otra vez, en un arranque de lucidez aunque luego un usuario le respondió con su protagonismo en una publicidad de café, Daniel Giménez Cacho reivindicaba al cine y denunciaba la colonización cultural y comercial de Netflix y de Hollywood.
“¡No aceptemos un mundo en el que Hollywood sea dueño del futuro!”, decía en un sistema donde aquella empresa que nos prometía la libertad de la televisión, la libertad como regla en sí misma, es en realidad otra cadena de Hollywood y de todo lo que nos han metido en la cabeza.
Ando por Internet buscando películas francesas, buscando películas coreanas antes que Bong Joon-ho, esas películas alemanas que a veces encuentro en YouTube, mal dobladas y con pésimo sonido, un poco para ampliar la mirada y para decir que por generación y por educación no es Estados Unidos el único país en donde veo las cosas que me forman.

Tanto es así que ni Hollywood es lo mismo que hace 20 años. Total que vimos el año pasado a Spike Lee, este año a Martin Scorsese, irse sin nada de los Oscar y probablemente no pensar como decía también hace tiempo Steven Spielberg: “Amo a Hollywood”.
Estos son tiempos de pedir la extradición a Julian Assange, a pesar de que no es estadounidense. Estos son tiempos de venerar a Corea del Sur y dar como un paisaje endemoniado a Corea del Norte, de hacer horrible a China (con su enfermedad del coronavirus queriendo expandir una pandemia), de pensar que más allá del McDonald’s (ahora vende ensaladas) y de la Coca Cola, todo lo mejor sigue estando en la nación de las 50 estrellas.
https://www.youtube.com/watch?v=C0tPy86Zous
KIKI CAMARENA, EL VERDADERO PROTAGONISTA DE NARCOS
La serie Narcos está muy bien hecha y está facturada por la ideología que es Netflix. Primero el dinero, luego Hollywood y sus principios ideológicos. O las dos cosas primero. Aun cuando haya muchísimas cosas para ver, tiene en su haber series como El mecanismo (contar de acuerdo al stablishment el asunto hoy muy en duda del Lava Jato en Brasil) o la famosa por algunas semanas series sobre la muerte de Alberto Nisman: El fiscal, la presidenta y el espía, donde el director británico Justin Webster sabía que el ex fiscal se había suicidado, pero para seguir “la onda netflix” los finales jamás dan por sentado nada.
Aquí, hay un texto que dice Michael Peña (genial en su rol de Kiki Camarena) en el capítulo 2 de Narcos: “Nosotros los buenos…”. Y a partir de ahí sucede la serie. Ellos son los buenos: estaban en México como la DEA, haciendo investigaciones sobre el narcotráfico (con escasos resultados) y en vistas de que hoy la pregunta es: ¿Agencia estadounidense antidrogas o el nuevo virrey de Latinoamérica?, sin preguntarse quién trae las armas a México, cuánta gente consume drogas en los Estados Unidos y por supuesto poniendo a los Estados Unidos como el gran inocente en este gran entuerto.

“En Latinoamérica la DEA tiene representación en países con actitudes muy disímiles. Mientras que algunos la acusan de entrometerse en asuntos políticos nacionales o directamente de coordinar las acciones de los narcotraficantes, como es el caso de Bolivia y Venezuela, hay otros que cada vez más estrechan lazos con la agencia, como Colombia y Argentina”, dice una nota firmada por SputnikMundo.
Es obvio que en el drama humano de Kiki Camarena no podemos estar ajenos y mucho debe de haber sufrido las torturas y su muerte final en manos de los narcotraficantes, así como la tanta gente que murió y seguirá muriendo en manos del crimen organizado –con gran corrupción metida entre ellos- quién sabe hasta cuándo, pero lo esencial aquí es cómo vieron la serie Carlo Bernard y Doug Miro, los creadores de Narcos (aquí está como productor ejecutivo José Padilha, el autor brasileño de El mecanismo y del nuevo remake de Robocop).
Hay escenas tremendas, hechas con un profesionalismo y un arte increíbles, el papel que hace de Félix Gallardo, debe de estar entre los mejores que ha realizado Diego Luna. Conduce la historia él y uno ve sus dudas, su estar un poco antes que el resto para ver las consecuencias, en una circunstancia tremenda atosigada por el loco de Rafael Caro Quintero y por los corruptos funcionarios involucrados en el narcotráfico (da escalofríos con el desdén con que tratan a los narcos, en un sistema social donde ellos, los funcionarios, son los reyes), pero que el árbol no nos deje ver el bosque.

He dejado de ver Narcos cuando lo secuestran a Kiki Camarena. No sé si pasarán la tortura (que fue una de las más salvajes de la que tengamos noticia), pero me niego a seguir viéndola. Que se arreglen los buenos, mientras yo seguiré buscando en YouTube alguna película suiza o alemana vieja, doblada al español horriblemente, con problemas de sonido tremendos.