“Siempre necesitaremos relaciones afectivas”, dice Sara, al preguntarle si la exposición del amor de Beatriz es como su cuota de esperanza, en un contexto donde el personaje central de la historia vive historias de violencia terribles.
Ciudad de México, 29 de septiembre (MaremotoM).- No ha escrito la novela en la pandemia. Hace tres años que la viene preparando, dúctil (porque no tiene más remedio) frente al transcurrir del mundo, que hoy es otro y ayer, hace unos 25 años, algo muy distinto.
Sara Sefchovich presenta a cargo de Océano México la novela Demasiado odio, que funciona como una continuación de su exitosa Demasiado amor, publicada hace 25 años y que al mismo tiempo analiza la actualidad reinante, donde el mundo es totalmente otro.
“Siempre necesitaremos relaciones afectivas”, dice Sara, al preguntarle si la exposición del amor de Beatriz es como su cuota de esperanza, en un contexto donde el personaje central de la historia vive historias de violencia terribles.
En sus andanzas por cuatro continentes, Beatriz conocerá el vértigo de la violencia en algunas de sus formas más descarnadas y se entregará de lleno a un mundo que recompensa los actos más vacíos y egoístas y castiga la inocencia y la solidaridad, es la sinopsis del libro.
–Me parece que en Demasiado amor ya anticipabas un poco lo que se iba a vivir actualmente…
–Sí, es cierto. En el final de Demasiado de amor empezaba a ver la desilusión y la decepción de ciertas cosas en el país que no había visto cuando estaba metida en la primera parte de su relación. En Vivir la vida, que se publicó a fines de los 90, ya se vislumbra un país en el que sales y no sabes si vas a regresar o en qué condiciones. No creo que eso fuera inventado, estaba en el aire y se sentía venir, 25 años después, Demasiado odio retoma esos dos momentos ya para decirte en qué se ha convertido esto. No sólo México, sino todo el mundo. Este es el mundo que tenemos, ¿cómo vamos a vivir así? No es que se degradó, ¿es una degradación respecto a qué? Es simplemente este mundo que es, oscuro, claro, no lo sé…
–Te has movido en todos estos años con una ductilidad, porque entiendes este mundo y también entendías aquel
–No hay más remedio. A uno le puede gustar, no gustar, puede aceptarlo, enojarse, arrepentirse, pero no le queda otra más que vivir en este mundo. En esta novela hay una historia de amor que se puede tener hoy. Hay un joven que no puede comparar cosas con otro tiempo y un personaje que se va adaptando a los momentos. Habrá personajes que lo vivan de otra manera, pero Beatriz es así, así lo puede vivir.

–Estos personajes están como cercados
–No hay remedio. Regreso a lo mismo. Si tú quieres vivir de otra manera que no es el mundo en el que vives, no podrás. En Japón, en Estambul, en Londres, en Madrid, que son todos los lugares a los que ellos van, tienen que vivir de acuerdo a ese mundo en el que están. No puede ser diferente a lo que es tu tiempo, por más que creas que eres libre para hacer lo que quieras.
–Vengo de ver Gomorra, la gran serie de Roberto Saviano y me hizo acordar a este libro…esta angustia de no poder hacer nada, que todos estamos amenazados
–Me estás volviendo a eso que te digo. Al vivirlo tú de ese modo, haces una comparación con los que fueron otros momentos de tu vida. Para el personaje de esta novela no vale esa comparación, porque él es joven en este momento. Viven como viven los jóvenes actuales. Lo interesante con Gomorra de mi muy admirado Saviano, es que él hace una denuncia con las mafias, sin embargo, los personajes de Demasiado odio no compara nada, no son personas que tengan una propuesta para que las cosas sean distintas. Simplemente las vive, por momentos con mucha alegría, otros con tristeza y esto es lo que enfatiza la novela, que es la historia de Beatriz, no la mía. Yo la escribí siguiendo lo que ella fue viviendo. Mi gran aprendizaje es esta posibilidad de andar por la vida y por el mundo al lado de un joven, donde ella tiene que ser una persona diferente a lo que fue.

–La violencia tratada por una escritora mujer, creo que hay mayor sensibilidad
–Es muy curioso porque no lo relaciono conmigo, lo relaciono con el personaje. El personaje adquiere su propia vida y va viviendo lo que le va tocando. Yo me sorprendía mucho, al igual que Beatriz. Ella al principio se enoja, pero luego se va adaptando, porque no hay otra forma de vivir. Ese es el gran valor de una mujer común y corriente, que esta es la vida que tiene. Es parte de la realidad.
–Laura Restrepo decía una vez que cuando uno escribe un personaje tan fuerte la mano va sin voluntad, sin dirección
–Totalmente de acuerdo. Yo misma me sorprendía de los lugares adonde llegaba y del lenguaje para relatarlo. En la literatura mexicana sobre la violencia el lenguaje es mucho más rudo. Esta mujer lo vive desde ella misma, esa dificultad para adaptarse y finalmente la aceptación, todo está en el lenguaje.
–El amor retratado aquí en medio de la violencia, ¿es algo de esperanza?
–Creo que siempre los humanos necesitaremos relaciones afectivas o amorosas. No serán esas relaciones que nos enseñó el cine hollywoodense o las novelas del siglo XIX, pero serán lo que puedan ser hoy. Las necesitamos, las queremos, las buscamos y estamos dispuestos a sacrificar mucho de lo que creemos para vivir esas historias de amor. Es la única realidad y la única esperanza de este mundo.
–¿Cómo ves el feminismo en México y cómo han recibido las mujeres esta novela?
–Todavía no lo sé. La novela tiene dos semanas de haber salido. Mi personaje no está pensado como una mujer feminista. Pero si la lucha por el feminismo consiste en estar bien, en tener igualdad, derechos, pues sí que lo es. No en el sentido teórico, sino como ha podido hacer su vida sacándola adelante como tantas otras mujeres en este país y en este planeta. Hay gente que me pregunta si la escribí en la pandemia, pero llevo cinco años pensándola y ocupando dos años en dejar la piel para una escritura que parece muy sencilla, pero está hecha así a propósito. No tiene que ver digamos con la manera directa de las feministas, pero a lo mejor sí…no sabría cómo responder a esa pregunta…