Una grata experiencia, con buena comida y un ambiente desenfadado y más coloquial que urge promover en el acartonado y a veces pretencioso mundo del vino en México.
Ciudad de México, 31 de mayo (MaremotoM).- Mire usted cómo es bonito que le cambien a uno los prejuicios…
Pues resulta que ayer fui a Margaret donde Andrés Amor convocó a un brunch para convivir con el enólogo Sergio Casé y redescubrir los vinos de Trapiche en una entretenida dinámica de experimentación cuyo fin era lograr los mejores maridajes con estos vinos y la rica cocina de César Vázquez.
Mi idea sobre estos vinos, hasta ese momento, era que son cumplidores y de batalla, pero al conocer nuevas etiquetas, platicar con el enólogo y literal jugar con la comida y el vino, fui formándome nuevas opiniones y debo decir que, varias etiquetas me sorprendieron.
La joya de la mañana fue sin dudarlo: Pure Malbec. Un vino que se embotella sin pasar por barrica, por lo que es pura expresión de terruño y fruta, sin adornos de madera. Notas de mentol, tierra mojada, especias y guiños de humo, se integran con cerezas, grosella y casis. De verdad un logro no solo de la enología, sino del trabajo en el campo.
Mi segundo favorito fue el Pinot Noir, cuya relación precio-calidad lo vuelven muy interesante y competitivo. Estas uvas son de viñedos situados en Lujan de Cuyo y Del Valle de Uco, que se encuentra a entre 1,000 y 1,200 msnm.
Mi tercer seleccionado fue el Broquel Bonarda, un vino suave y armonioso cuya nobleza lo vuelve amigable para un sin fin de platos. Además considero un plus que la bonarda no es una uva muy común, entonces resulta divertido para el público enófilo probar nuevas variedades.
Una grata experiencia, con buena comida y un ambiente desenfadado y más coloquial que urge promover en el acartonado y a veces pretencioso mundo del vino en México.
