Un ingeniero talentoso rehúye de sus raíces austeras y persigue sus ambiciones entre la aristocracia de Copenhague, pero el destino es más fuerte que su orgullo.
Ciudad de México, 28 de abril (MaremotoM).- Ver el cine de Bille August (1948) es un poco remontarse a Ingmar Bergman, de hecho fue este genial director el que lo eligió para que dirija su guión de Las mejores intenciones (Den gode vilje,1991), una película larga, donde el castigo subyace en toda la historia, basada en los padres de Bergman.
August podríamos decir que es un heredero de Bergman, aunque en filmes que han incluso ganado un Oscar hemos visto también su mano firme para levantar el cine de Dinamarca, donde ha nacido.
En Las mejores intenciones, trabajaba Pernilla August, quien fuera esposa del director, la persona que lo ha ayudado a transmitir sus películas con un profundo conocimiento de la psicología y las características de las mujeres, en un sistema de bienestar pero con gran alienación.
Bille August hizo Pelle el Conquistador (Pelle Erobreren,1987), adaptación de una novela de Martin Andersen y ganó la Palma de Oro de Cannes y un Oscar. Luego hizo Jerusalem (1996), largometraje basado en una novela de la escritora sueca Selma Lagerlöf y lo fundamental de este director es que siempre busca una historia primero y casi siempre en la literatura.
Hizo La casa de los espíritus, de Isabel Allende, aunque no es su filme más notorio y ahora regresa con Per el afortunado, la novela más famosa de Henrik Pontoppidan (1857-1943), y que le valiera a su autor el premio Nobel de literatura en 1917. Decimos ahora regresa porque está puesta en Netflix, que es donde la vimos, pero en realidad es del año pasado.
Es una película muy larga y a veces ese transcurrir refleja en realidad cómo somos como espectadores en estos momentos. Las películas de Bergman eran larguísimas y en realidad todo el cine de los 70 y 80 eran filmes que nos obligaban a cambiar algo, a ver la vida de otra manera, muy especiales en nuestra formación.
Los expertos en la materia nos dirán algo de la duración de las películas, pero lo cierto es que las películas comerciales no duran más que una hora y media y a los pocos días nos olvidamos.
En fin, Per el hombre afortunado trata sobre la modernidad y la crisis del hombre actual, tan vigente como necesaria. Hay una lucha total y absoluta contra el destino y hay una victoria tremenda del azar sobre ese ingeniero que es un poco genio, que sufre mucho del orgullo que le ha transmitido su familia y que al final no pelea por el amor de su mujer, hace todo como quiere su padre.

Dostoievski, probablemente, pero también Freud y Lacan, la iglesia dinamarquesa como la gran celosa de la vida de su gente y esa vida que pasa en los paisajes, a veces tan liberadores de ese país hermoso que es Dinamarca, a veces tan prisioneros, tan cerrados.
Per el afortunado narra la historia del hijo de un sacerdote de Jutlandia y su búsqueda de la felicidad. Tras una infancia complicada, rompe los lazos que le unen a su familia y se va a Copenhague, donde entabla relación con un visionario muy adelantado a su época. Todo para el éxito, pero los mandatos de su padre, el tema de la religión y su orgullo lo llevan de vuelta al pueblo, donde se casará, tendrás tres hijos y terminará solo, aunque ya no contaremos por eso de los spoilers.
“Parece hecha para el cine. Para mí siempre ha sido la mejor novela escrita en danés. Per el afortunado personifica la complejidad y las contradicciones del espíritu danés”, ha dicho el director.
Los protagonistas son Esben Smed, Katrine Rosenthal y Benjamin Kitter, entre otros.
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