Plegaria para un Papa envenenado es el texto con el que el escritor colombiano Evelio Rosero regresa a los temas eclesiásticos, que ya tocó en su novela de Los almuerzos (2009).
Ciudad de México, 22 de mayo (MaremotoM).- ¿Quién es Evelio Rosero? Una columna sobre Los ejércitos, obra máxima del escritor colombiano, nos hizo pensar en él, a quien entrevistamos muchas veces, entre ellas una conversación pública que tuvo lugar en el Festival de Tepic.
Evelio Rosero es un escritor colombiano que en 2006 obtuvo el Premio Nacional de Literatura, otorgado por el Ministerio de Cultura de Colombia. En 2007, con su novela Los ejércitos, ganadora del II Premio Tusquets Editores de Novela, cuando Evelio Rosero alcanzó resonancia internacional. Su novela se ha traducido a doce idiomas y se ha alzado con el prestigioso Independent Foreign Fiction Prize (2009) en Reino Unido y el ALOA Prize (2011), en Dinamarca. Tras recuperar en 2009 su novela Los almuerzos, Tusquets Editores publicó La carroza de Bolívar, recibida como su obra más ambiciosa y desmitificadora y Plegaria por un Papa envenenado, acerca del fallecimiento del Papa Juan Pablo I, Albino Luciani, cuyo pontificado duró sólo treinta y tres días.
Se trata de un perfil novelado de Albino Luciani o Juan Pablo I, quien duró apenas 33 días al frente de la Iglesia católica, inspirado por el estudio del periodista inglés David Yallop, En nombre de Dios, una investigación que impresionó al escritor nacido en Bogotá en 1958, sin duda uno de los más relevantes de la literatura colombiana contemporánea.
Rosero está convencido de que Luciani “fue un Papa verdaderamente revolucionario que tenía verdaderos deseos de cambiar la iglesia y por eso lo mataron”.
La investigación de Yallop a que hace referencia Rosero fue encargada por gente ligada al Vaticano, que no creyó en la versión oficial de la muerte de Albino Luciani, presuntamente a causa de un infarto, a los 33 días de haber sido nombrado como Papa.
El autor colombiano considera que mucho se ha escrito en torno a la misteriosa muerte de Juan Pablo I, pero fue la investigación del inglés la que lo deslumbró al punto de querer escribir la novela breve que honra la memoria de un hombre “que escribía y leía en forma profusa, que era además un filósofo”.
“Con las prostitutas de Venecia a modo de coro, el lector asistirá a su enfrentamiento a personajes poderosos como el obispo Marcinkus, director del banco del Vaticano, presenciará una clase magistral a catequistas fuera de todo protocolo y sabrá cómo, al final, la jerarquía eclesiástica aplicó la “solución siciliana” para quitarse de en medio a un Papa que le incomodaba”, afirma el boletín de prensa de la editorial Tusquets.

En Plegaria para un Papa envenenado, Albino Luciani es mencionado como “el único y último sacerdote en cuerpo y alma que quedaba sobre la tierra”.
–¿Coincide usted con esa apreciación que expone el narrador en su libro?
–Eso está en la obra y tiene que ver con la ficción, pero después de investigar a fondo su vida y su trabajo, estoy de acuerdo con lo que escribí en ese episodio de la novela.
–Es curioso que su descripción sobre Albino Luciani se detenga en los zapatos gastados y comunes, algo que también fue un tema en torno al Papa actual Francisco I
–No estaba enterado de lo que me dices del Papa Francisco, pero sí puedo decir que Juan Pablo I era muy sencillo en su modo de vestir, era realmente una persona muy humilde, no gastaba mucho en nuevas sotanas y por eso remarqué el detalle de sus zapatos resquebrajados.
–Bueno, el Papa Francisco también renunció a usar los lujosos zapatos papales y se quedó con los de siempre…¿es escéptico frente al nuevo Papa?
–No es escepticismo, exactamente. La verdad es que me parece que son muy importantes los nuevos aportes del Papa Francisco a la iglesia. Incluso habla de la iglesia de los pobres, un tema que tocó por primera vez en las altas esferas Albino Luciani, el personaje de mi libro. Aunque en este tema debo decir que los cambios que se planteaba Juan Pablo I eran muchos más profundos y fueron de hecho los más radicales en la historia eclesiástica. Estaba empeñado en cortar las relaciones del banco del Vaticano con sus socios capitalistas, con la mafia italiana y estadounidense; quería además que las mujeres pudieran ser sacerdotes, permitir la píldora anticonceptiva, eran grandes cambios y por eso seguramente lo envenenaron.

–Estamos hablando de la iglesia, mientras la ONU lanzó su informe crítico hacia el Vaticano por encubrir la pederastia…
–Ese asunto de la pederastia fue tratado por Albino Luciani en su catequesis. Gran parte de esa catequesis la reproduzco en mi novela, porque la mayoría de los puntos que él plantea se refiere al respeto a los niños. Insiste mucho en eso, porque era muy consciente en 1978 (año en que murió) de ese gran error de la iglesia al querer encubrir a los curas involucrados en casos de pederastia. Es bueno que ahora la iglesia pida perdón públicamente y esperemos que todo eso termine algún día. Albino Luciani era también un muy buen lector de poetas y clásicos y sin duda eso también me apasionó de su personalidad.
–¿Puede un ser humano convertirse en santo?
–Por lo general los Papas terminan siendo santos. A Albino Luciani le preguntaron si tenía interés en ser santificado algún día y él respondió rotundamente que no. Por todas las circunstancias que rodearon su muerte, Juan Pablo I nunca será canonizado. Cuando murió no le hicieron autopsia, su cadáver fue embalsamado de inmediato…en fin. En cuanto a sí creo que un hombre pueda ser santo, me parece que la iglesia ha aportado en ese sentido a grandes hombres que entregaron su vida por los demás, que fueron místicos y espirituales y a la vez prácticos al pensar en el bienestar de la comunidad. En la iglesia hay santos y también hombres siniestros y monstruosos, hay de los dos. La idea de mi libro es que el lector conozca a Albino Luciani, se entere de lo que pasó, conozca sus propuestas. Es la segunda novela histórica sobre la que trabajo, la anterior fue La carroza de Bolívar. Fue un trabajo difícil, porque generalmente mis novelas nacen de la imaginación, no de la historia.
–Los almuerzos, la anterior novela que trató el tema eclesiástico, fue muy bien recibida por lectores y crítica. ¿Cree que ocurrirá lo mismo con Plegaria para un Papa envenenado?
–Quién sabe. Te confieso que tengo mucha incertidumbre al respecto. Ya hay lectores que leyeron la novela y todos sus comentarios han sido confortantes, aunque no sé si sea un libro que pueda ser degustado por todos los públicos. Tal vez este tipo de información histórica, frene el interés de quienes prefieren la ficción, pero lo que más me importaba era a dar a conocer la figura de Albino Luciani y espero en ese sentido que Plegaria para un Papa envenenado recorra un buen camino.
–¿Va de vez en cuando a misa?
–No, pero leer sobre Albino Luciani y acercarme otra vez a la religión me sirvió para leer de nuevo la Biblia, volverla a interpretar. No me considero un católico en el sentido estricto del término, pero como dije ya en otras oportunidades, Cristo me cae muy bien. Sus parábolas, su vida misma, su sacrificio, me cautivan y creo que sería bueno que todos retomáramos la lectura de la Biblia, ya sea a solas o en grupos. Creo que eso serviría a todos los seres humanos, sobre todo en países como los nuestros donde la corrupción y la muerte constituyen el pan de cada día.