Su oficio es ser restauradora. Participó en el rescate de las pinturas murales del Santuario de Atotonilco y en las pirámides de Cañada de la Virgen y el Cóporo durante las últimas dos décadas. Tal vez en su oficio resida la sed de su poesía, como una palabra que viene a fundar un mundo más cerca de la piedra, tan lejos de la muerte.
Ciudad de México, 6 de mayo (MaremotoM).- Como la poesía misma, este librito, Rojo 43, de Carmen Rioja, editado por la nueva editorial Attica, transcurre en silencio, con paciencia, diciendo cosas que todavía no se han dicho de esas cosas que nos pasan a diario en este país.
Parece ser que fue hace muchos años, pero fue ayer, cuando el 26 de septiembre de 2014 fueron desaparecidos los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Muchas cosas se han escrito, se han filmado, se han pintado sobre la tragedia, sin embargo, ¿qué cosas dicen verdades sobre este verso?: “Cuando sea grande quiero convertirme en piedra crisol / agua en los labios”.
La poesía siempre permanece como una gota en el muro, para que las personas puedan siempre recurrir a la memoria sensible y profunda. Eso lo sabe Carmen Rioja (Monterrey, 1975), una escritora y artista plástica diplomada, alumna de María Luisa Puga, Guillermo Samperio, Antonio Vilanova, Juan Villoro, Jorge F.Hernández y Julián Herbert, entre otros.
Su oficio es ser restauradora. Participó en el rescate de las pinturas murales del Santuario de Atotonilco y en las pirámides de Cañada de la Virgen y el Cóporo durante las últimas dos décadas. Tal vez en su oficio resida la sed de su poesía, como una palabra que viene a fundar un mundo más cerca de la piedra, tan lejos de la muerte.

–Siempre te conocí como restauradora, cuéntame cómo empezó la escritura
–Yo empecé a escribir desde muy chica, con lo que jugaba en casa era una máquina de escribir, que traía mi madre de la fábrica de hielo. Ya adulta que empecé a ir a los talleres literarios y ahí empecé a tomármelo enserio. Siempre he escrito un poco de todo, pero esta es la primera vez que me mimo. Esto ya no lo puedo tener en mi pecho, necesito sacarlo, este poemario se fue conformando con las vivencias de los últimos 10 años, que han sido muy intensos, desde una postura muy personal y mi influencia personal son hasta las pinturas de Atotonilco que vienen del siglo XVIII. A mí lo que me ha influido es el misticismo. La poesía en mí se volvió como algo muy contestatario.
–“Cuando sea grande quiero convertirme en piedra crisol / agua en los labios”, ese poema tiene una fuerza increíble
–Fueron muchas libretas que voy juntando, pero el tema fue lo que me decidió. El tema de los 43 fueron muy fuertes, estamos viviendo una época de mucho miedo, de secuestros, de homicidio, pero no se puede ni se debe cerrar los ojos. Se me quedó muy grabada la frase de Pedro Ángel Palou, que dijo: “Hay que ver con ojos muy abiertos a la muerte”.

–Ahora vives en Querétaro, pero tu lugar de origen es Monterrey
–Soy del Norte, de esta parte que es muy desértica, crecí en Salinas Coahuila y luego en Monterrey. A los 18 años me fui de mi casa, me fui a San Miguel de Allende, ya había empezado a trabajar en restauración y nunca regresé.
–San Miguel de Allende a veces parece ser un oasis dentro de México
–Parece ser un oasis, pero es un experimento de la sociología, porque hay de todo. En una mesa tienes platicando a un neocelandés con un otomí que acaba de llegar de alguna excursión. Eso me ha influido mucho para abrir el panorama global, este lugar es donde ha habido secuestros muy importantes, cosas muy fuertes de digerir y uno tiene que hacer algo. Estoy en Querétaro por la escuela de mi hija. Ahora que se han hecho las cosas más sensibles a la distancia, estoy apoyando a la Biblioteca Pública de San Miguel.

–El tema del libro es Ayotzinapa, pareciera ser que la gente se ha olvidado de los Gobiernos de Enrique Peña Nieto y de Felipe Calderón…
–La gente se olvida y es cuando más tendríamos que recordarlo, porque ahora es cuando está la oportunidad de continuar con la investigación, ya no pido justicia, sino al menos que se construya las vías en un mundo para que después no vuelva a pasar. Todo sigue pasando. Son 43 que se repiten hasta el infinito. Seguimos con esa nebulosa de lo que les pasó a los 43 estudiantes. Los narcotraficantes los están orillando a esas personas de Guerrero que no tienen estudios ni recursos a pertenecer a sus filas. ¿Quién está dando las despensas ahorita, con esto del coronavirus? Los narcotraficantes, El Chapo está repartiendo despensas.
–“Caigo al revés en este acantilado / hemos pasado por un embudo / nos espera un mundo del otro lado / el marcador dicta esta fecha / es sagrado / el derecho a florecer”. Tu poema “Hematita”…
–Ese poema es uno de los que más me pega. Hematita es ese óxido que se usa en las pinturas rupestres y he trabajado hasta en los huesos de esas personas que vivieron…no quería quedarme con la lectura de los 43 y de toda esta guerra y muerte que nos rodea, porque no tenemos que quedarnos ahí. Creo en el poder de la voluntad del pueblo, en la bondad del ser humano y creo que nos merecemos marcarlo hasta aquí. Vamos a hacer algo nuevo. Tenemos chance, otro mundo es posible.
–¿Tú piensas que ese mundo nuevo tiene que ver con la mujer?
–Creo que hay mucha violencia, que está incrustada. Pienso que lo femenino es la fuerza, buscar lo femenino que también abrace a los hombres. La violencia genera violencia.
–Quién sabe si habrá alguna hormona que al hombre lo haga femenino, pienso en los maras salvatruchas, de El Salvador, no tienen una sola hormona femenina…
–Creo que se han deshumanizado, pero tenemos que aprender a verlos como víctimas no como criminales. Si esa sensibilidad no la tiene es porque les fue coartada. Tenemos que dejar de tenerle miedo al amor.
–¿Recuerdas otras épocas mejores de México?
–Tan terribles como está, la verdad no. Siento que estamos en un momento más crítico, aunque es global. Yo tuve la oportunidad de hacer mucho campismo en México, ahora si quisiera ir arriesgaría la vida. Ves el mundo de otra manera. Es un derecho humano poder transcurrir por el país de cabo a rabo. Eso me conecta mucho con los migrantes, que deberían tener el derecho de paso.
–Rojo 43 es algo más que se dice de Ayotzinapa, sin embargo me resulta muy profundo…
–Eso es la bendición de la poesía, le da la libertad a las palabras que luego se conviertan en otra cosa…