Quiso ser cantante de rock y hoy es una soprano excelsa y mexicana, con una gran carrera en Europa.
Ciudad de México, 9 de abril (MaremotoM).- Cuesta condensar la carrera de María Katzarava, una artista tan mexicana como el tequila, nacida en 1984 y poner todo lo que corresponde a su voz maravillosa, a su interpretación escénica y grandes facultades histriónicas.
Crecida en una familia de músicos, su destino era el canto y para ello primero fue la ópera y luego el canto popular. A los tres años, su padre, el georgiano Archil Katzarava le enseñó a tocar el violín, luego aprendió el piano, supo pronto hablar en ruso, en francés y estar muy preparada para seguir la carrera de ópera en la Escuela Superior de Música en la Ciudad de México.
Su madre, la mexicana Velia Hernández, siendo sobrina además de Jorge Negrete, le dieron a María ese aire tan nacional, que la nombra como una verdadera soprano mexicana, que lleva nuestros colores por toda Europa.
En el 2006, María hizo su debut en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México en el papel de Stéphano en la obra Roméo et Juliette de Gounod, cantando al lado de grandes voces como Rolando Villazón y Anna Netrebko.
En 2008 se volvió miembro del programa para artistas jóvenes de la ópera Domingo-Thornton en Los Ángeles, California. Poco después recibió la beca Ramón Vargas-Pro Ópera para cantantes distinguidos y consecuentemente, estudió con el maestro Gabriel Mijares y con el mismo Vargas, con quien se presentó en la Sala Nezahualcóyotl junto con la Orquesta Sinfónica de Minería y una vez más en el Palacio de Bellas Artes con la Orquesta Sinfónica Nacional. También realizó estudios con la recién fallecida soprano italiana Mirella Freni.
En 2009 María cantó con el reconocido tenor Plácido Domingo, quien la dirigió un año antes en la competencia internacional “Operalia”. En 2014 volvió a cantar bajo la batuta del Maestro Domingo, ahora al lado del tenor Andrea Bocelli, con quien compartió dos conciertos en Italia y Estonia ese verano.
En 2009 hizo su debut europeo como Julieta en Saint-Étienne, Francia. Ese mismo año cantó otro papel como Gilda en Rigoletto de Verdi junto al Teatro Regio de Parma en su gira por China y México. Otra importante representación fue Valencienne en La Viuda Alegre en el Teatro de San Carlos de Nápoles, en Italia. Otros papeles relevantes al comienzo de su carrera incluyen a Musetta, de Puccini, Amina, de Bellini, Marzelline, de Beethoven y Lucia, de Donizetti.
En la temporada 2010/2011, Katzarava hizo su debut de Julieta en el Royal Opera House de Londres, en Covent Garden, bajo la batuta de Daniel Oren. Volvió a cantar este papel en el Teatro alla Scala en Milán, en la Ópera de Lausana, en La Gran Ópera de Florida, en el Teatro Filarmónico de Verona, en Saint-Étienne y en la Sala Tchaikovski de Moscú.
Como desarrollo natural de su voz, Maria Katzarava comenzó a incursionar en roles más líricos, cantando la primera Violetta de su carrera en el Gran Teatro de Ginebra en 2013. En la primavera de 2013 regresó a La Gran Ópera de Florida para su producción de La Traviata. Durante la temporada 2012/2013, María también hizo su debut en el Teatro Petruzzelli en Bari como Elvire en La Muette de Portici de Daniel Auber, su obra maestra raramente presentada. En julio de 2013 debutó en el Teatro Lírico de Cagliari cantando su primera Suzel en L’Amico Fritz, de Mascagni. También se unió al Teatro alla Scala en su gira por Japón, donde cantó Gilda en Rigoletto, de Verdi.
Compartió escenario con el popular tenor Andrea Bocelli que llevó a la soprano mexicano-georgiana a Bombay (India, de nuevo con Zubin Mehta en el podio y ante 80.000 personas en un concierto que celebró el 80 aniversario del director indio), Abu Dabi, Manila, Tokio y Seúl; debutó en Viena en un concierto junto al tenor peruano Juan Diego Flórez en el Musikverein; cantó su primera Marguerite en Fausto, de Gounod, en Lausana; la Novena Sinfonía de Beethoven en el Festival de Saint Denis con la Orchestre Philharmonique de Radio France, dirigida por Michele Mariotti; realizó un tour por diversas ciudades mexicanas con La voix humaine, de Poulenc; debutó en el Festival de Peralada (España) como Liù en Turandot, de Puccini y asumió su primera Madama Butterfly, de Puccini, en el Teatro Massimo de Palermo.
–¿Cómo te enfrentas a la ópera y al canto popular, dos géneros muy diferentes entre sí?
–Pues son dos géneros que siempre me han gustado mucho. Empecé esta carrera cantando rock, de hecho empecé a estudiar con la convicción de que iba a ser una cantante rockera. De alguna manera el destino me cambió la jugada y me volqué al clásico, sin embargo son géneros que disfruto enormemente y trato de equilibrar en mis conciertos para poder hacer ambos.
–Cantar clásico lleva mucho sacrificio y hay pocas cantantes en México ¿Cómo lo ves tú?
–Fíjate que sí hubo una brecha grande entre presencias femeninas, más no masculinas, porque hoy los tenores mexicanos son número uno en el mundo. Por fortuna eso está cambiando en México y las mujeres están empezando a ocupar un lugar en el extranjero. Es algo muy importante y algo que hay que recalcar. Hay muchas mexicanas dando presencia en el mundo internacional.
–¿Qué proyectos tienes, María?
–Se me cancelaron muchísimos proyectos a causa del coronavirus, todo está en pausa, ni siquiera puedo hablar de un futuro próximo porque todo el sector artístico está parado. Es un momento muy difícil para todos los artistas, porque lo que hablamos con los colegas es que este será el último espacio de la sociedad que le abra las puertas al público.

–¿Cómo cuidas tu voz?
–La verdad es que simplemente la cuido porque la amo, como cuido mi cuerpo, mi mente. La trato bien, ahora la estoy calentando, pues en el escenario siempre está activa. He nacido en la ciudad de México, aprendí a tocar el violín con mi padre a los 3 años de edad. A los 15 años empecé clases particulares de canto con una soprano muy importante, Rosario Andrade, una veracruzana que me metió al mundo de la ópera. Gracias a ella descubrí la ópera, las arias, le debo mucho a Rosario. Soy egresada de la Escuela Superior de Música de Bellas Artes y posteriormente me fui a estudiar a Los Ángeles, estuve en el programa de jóvenes artistas de Plácido Domingo. En Canadá gané Operalia en Canadá.
–Estuviste un poco fuera de México
–No, siempre he venido a México. Es cierto que he vivido en Barcelona, pero mi presencia ha sido bastante amplia aquí, desde que empecé la carrera. Aunque tenga mi calendario en Europa, siempre hago muchos espacios para venir a México. De todas formas, de cajón, siempre vengo unas tres veces a mi país.
–¿Qué te dicen las cantantes más jóvenes?
–Para ellas les parece una carrera muy difícil, que hay mucha competencia entre las mujeres. Es cierto que la hay, que hay muchas sopranos, pero los que yo les respondo es que hay muchas sopranos, muchos tenores, muchos barítonos, pero hay pocos buenos, aquí y en China. Mientras más te prepares, mientras más idiomas sabes, mientras más instrumentos toques, mientras más preparada musicalmente estés, vas haciendo como en tu lista, palomitas, vas a llegar muy alto y a pasar muchas competencias.
–¿Tener una voz maravillosa como la tuya es importante, pero hay muchas otras cosas más que atender en tu carrera?
–Yo creo que un buen cantante tiene que ser buen músico. Creo que eso te enriquece muchísimo al momento de abordar un rol. Incluso abordar psicológicamente un personaje, porque cantar por cantar no tiene sentido. Más profundo es el estudio del personaje mucho más puedes sacarle matices, colores y eso puede ayudar a que la gente se conecte. Es un acto de amor toda la música.
–¿Cuál es tu ópera favorita?
–Tengo muchas, pero hoy te puedo decir que Stiffelio es mi ópera favorita y Durandot también. Han sido roles que me han traído mucha fortuna, muchas alegrías, muchos éxitos vocales. Ayer pasaron la transmisión de Stiffelio, de Giuseppe Verdi, en el Teatro Regio di Parma y esa escena ganó muchos premios internacionales. Ese rol es propio para mi categoría, las sopranos que cantan el Verdi pesado, dramático con coloratura y hay mucho menos competencia en ese sector. Hay más sopranos ligeras.

–Las mujeres comienzan a tener una voz importante en el mundo clásico, ¿verdad?
–Sí, así es, siempre va a ser una lucha muy importante que tenemos que hacer todas las mujeres y alzar la voz siempre. Vamos bien, pero nunca es suficiente.
–¿Cuál es tu director de orquesta preferido?
–Hay uno que realmente es una figura importantísima en el mundo de la ópera y es Zubin Mehta. Él me ha invitado a compartir varias veces el escenario y también con él hice mi primera producción, la primera vez que grabé algo ha sido con La sacerdotisa y hace cuatro años me invitó a celebrar su aniversario, en La India, en el estadio de futbol para unas 13 mil personas.
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